Resumo
Nombrar es conjurar. A través del nombre la conciencia individual cree integrarse al universo, o al menos, cree integrarse a la universalidad que dinamiza la imaginación. La identidad y el nombre en la persona, si se sostienen en su unidad interior, son uno solo e indisolubles. Tal como ocurrió con la identidad y el Nombre de Jesús, que, por siempre, identidad y Nombre, se corresponden mutuamente. El nombre de Jesús (Yeosshua, en hebreo), significa «Dios salva». Su misión es la de librar al hombre del pecado y su esencia será obrar la salvación de la humanidad en Dios. En su vida terrena Jesús convirtió su Nombre «en el sello de sus acciones».
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Copyright (c) 2022 Víctor Bravo Mendoza