Entretextos - Artículos/Articles/Pütchi

Revista de Estudios Interculturales desde Latinoamérica y el Caribe

Facultad Ciencias de la Educación. Universidad de La Guajira. Colombia

ISSN: 0123-9333 / e-ISSN 2805-6159, Año: 17 N.o 32 (enero-junio), 2023, pp. 269-284

Este trabajo fue depositado en Zenodo: DOI: https//doi.org/10.5281/zenodo.7883631

Recibido: 15-08-2022 · Aceptado: 10-11-2022

 

Lingüística colonial: opacidades y opresiones articuladas[1]

Colonial linguistic: articulated opacities and oppressions

 

Juukaaya jukua’ipa jü’yataaya pütchi: jümaülia jee jümalia jütaülüülia

 

 

Aldo Ocampo González

https://orcid.org/0000-0002-6654-8269

aldo.ocampo@celei.cl

Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva (CELEI), Chile

Resumen

 

El presente trabajo analiza los problemas de la imaginación lingüística colonial y su relación con la obstrucción de la naturaleza contingente del propio lenguaje. La colonialidad lingüística es el resultado de un complejo proceso de empobrecimiento existencial y castración de la consciencia a través de la lengua. También, puede ser leída como la articulación de diversos marcos epistemológicos que deben ser descifrados cautelosamente. La colonialidad lingüística no es otra cosa que la negación de la palabra y, por consiguiente, la negación misma de la existencia del otro. En efecto, los lenguajes y sus meta-regímenes discursivos tal como los conocemos, no son más que, complejas formas de imbricación del poder imperial/colonial, es decir, simples invenciones que fueron incapaces de documentar la inmensidad de atributos que definen la propia naturaleza de las lenguas no-euroamericanas.  

 

Palabras clave: colonialismo; invención de las lenguas; lingüística colonial.

 

Abstract

 

The present work analyzes the colonial linguistic imagination problems and the relationship with the obstruction of the contingent nature of its own language. The colonial linguistic is the result of an existential impoverishment process complex and castration of the consciousness throw the language.  It can be read with the articulation of diversity of epistemological framework that must be carefully deciphered. The linguistic colonial is nothing else than negation of the word and therefore the negation itself of the other. Indeed, the languages and their discursive meta-regimes as we know are nothing more than, complex forms of overlapping of the imperial/ colonial power, that is to say simple inventions that were unable of documenting the immensity of attributes that define the own nature of the non-euro American language.

 

Keywords: colonialism; language invention, colonial linguistic.

Aküjia palitpütchiru’u

 

A’yatawaawa tüü jünala achikirü tü kasa ekiiru’ukaa juukaaya jukua’ipa jü’yataaya pütchi jümaayale juukaya jukua’ipa jüpütchin. Juukaayayaa jukua’ipa jü’yataaya jüpütchin jia jujuittaaya wanee shukulerayaasü mujaa  jee machotüleyaasü jülüjaa aa’in jünain anüikikiika. Eesüsa jia jüpüla jaashaje’ennüin maka jaa’in wanee jütaülüüle maimakuatsü ashajuushi aikale’eruushiipa naka jüpüla aapüna achiki anakaralu’u. Juukayayaa jukua’ipa jü’yataaya pütchi nnojotsü waneein kasa mochoojusalü, jia’ala nnojolüin jamajatüin jümüin tü pütchikaa jümaayale nnojoluukai jamajatuuin tü waneirua. Jamüsa’a, tü anüikiika jümaayale juwala’ata jütsüin jüpütchin maka jaa’in jiraajuin ji’aalayajee jukuaipashaana jünain jaapiraain jütsüin kamüiseyuuin tü koukaayatka, jiaja’a tü ouskawaakat maapüinyaaka jümaiwa juwashirüin jumuloulase nanüikimaajatü, na  aashajaaka pütchi yaaje’ewolu.

 

Pütchi katsüinsükat:  oukayayaa, jukuyamala anüikii, juukayayaa jukua’ipa jüyataaya pütchi.

 

 

 

Un territorio de opacidades

L

a Lingüística colonial es el resultado de profundas conexiones entre el lenguaje, la política y el poder. Es también, una singular forma de asesinato de los múltiples modos existenciales de lo humano, especialmente, de aquellos grupos construidos al margen de la historia. La colonialidad lingüística es el resultado de un complejo proceso de empobrecimiento existencial y castración de la consciencia a través de la lengua. También, puede ser leída como la articulación de diversos marcos epistemológicos que deben ser descifrados cautelosamente. En tal asesinato, subyace una obstrucción significativa que nos informa acerca de cómo han sido producidas las narrativas que cuentan la historia de tales colectividades. Necesitamos aprender a recomponer el material de comprensión ontológico de grupos amalgamados a través de la noción de subalternidad; un concepto interseccional, inconmensurable e inconmensurado. Recordemos que la categoría de subalternidad es profundamente política, carece de rigor teórico. Nos informa acerca de una posición, nunca, de una identidad. En palabras de Spivak (2013), las formas de narrativización de grupos construidos al margen de la historia, no hacen más que, “producir narraciones históricas y explicaciones que transforman el socius, sobre el cual se escribe nuestra producción, en fragmentos más o menos continuos y controlables que son legibles. Cómo emergen estas lecturas y cuáles de ellas se sancionan, poseen implicaciones políticas en todos los niveles posibles” (Spivak, 2013, p.57). La otredad opera en muchas ocasiones como parte del disfraz de una historia alternativa que omite la pregunta acerca de cómo debemos reflexionar en nuestra interacción con un grupo determinado. Es esto, lo que marca un corpus de posiciones diferentes en relación con la heterogeneidad desigual del ser. Nos encontramos en presencia de una posición de ausencia del agente de la propia existencia, consecuencia de una disyunción para conjugar un yo representativo.

 

 

El lenguaje es, por antonomasia, el objeto de estudio de la lingüística, con matices diferenciados en su relación con algunos de sus principales sub-dominios de constitución. Sin embargo, aquello que ha sido oficializado por la Lingüística ortodoxa como ‘lengua’ y ‘lenguaje’ no es más que, una invención exclusivamente de los proyectos imperiales/coloniales, algo, que no siempre nos informan acerca de su real naturaleza contingente. Este es un desafío eminentemente ontológico que debemos recuperar. El campo de tensiones en torno a lo que cuenta cómo lenguaje o no, a través de la beca descolonial, examina críticamente los entendimientos que indexa como parte de su centro crítico. Es más, que un conjunto de signos que sirven para etiquetar objetos circundantes en las estructuras del mundo real. En estricto sentido, aquello que conocemos como lenguaje no existe. El lenguaje funciona en términos globales de dominación y opresión, es una de las principales tecnologías de concreción del régimen imperial/colonial que contribuye al empobrecimiento existencial y al control de la subjetividad. El lenguaje como fenómeno colonial, opera controlando el poder psíquico que materializa una práctica comunicativa que impide una comunicación plena entre los colonizados y colonializados.

La colonialidad lingüística no es otra cosa que la negación de la palabra y, por consiguiente, la negación misma de la existencia del otro. Encubre un singular sistema de uso y control de los medios verbales de grupos colonizados. La Lingüística colonial, por su parte, nos informa acerca de la grilla de inteligibilidad que define su campo de objetos que configuran su ordenamiento analítico. Una respuesta apresurada y miope es aquella que sostiene lisa y llanamente que, el español, el inglés, el portugués, el francés, entre otros, son lenguajes imperiales. Si bien, no deja de tener razón, omite el atributo más profundo del argumento, refiero a aquel que nos informa acerca de la manera en la que pensamos acerca de la lengua y promovernos determinados énfasis epistemológicos. Es, en esto, donde reside el poder de la imaginación colonial. La naturaleza de los intercambios en el marco de la colonialidad lingüística promueve una “praxis comunicativa compartida que proporciona el terreno común sobre los que podrían imponerse reclamaciones unilaterales” (Fabián, 1986, p.3). Recordemos que el dominio de los medios verbales fue lo que garantizó el afianzamiento de todas las dimensiones del régimen colonial: lo ideológico, lo económico, lo religioso, lo pedagógico, lo militar, etc. De este modo, el lenguaje puede ser interpretado como una “praxis emergente de controles coloniales tal como fueron impuestos en maneras específicas en medios específicos de comunicación” (Fabián, 1986, p.3). Se trata de poner al descubierto un corpus de legados y herencias de pensamiento de la lingüística en zonas geopolíticas fuertemente atravesadas por el empobrecimiento existencial o grupos culturales construidos al margen de la historia para comprender los principales hitos de la historia colonial de la disciplina. ¿Qué continuidades coloniales podemos observar hoy?, ¿qué tiene de descolonial la lingüística hoy?

La colonialidad lingüística nos informa que el dominio disciplinar denominado ‘Lingüística’ es hija y heredera del imperialismo. Situación similar experimenta la Antropología. Mucho de lo que conocemos como lingüística colonial no es otra cosa que el resultado del binomio ‘raza/lenguaje’. La Lingüística y la Antropología son sirvientes del imperialismo. A pesar de ello, la dimensión colonial de la Lingüística no ha constituido un área de debate en la intimidad del campo. El trabajo de Fabián contribuyó a trazar las primeras descripciones lingüísticas modelizadas por el propio poder colonial. La Lingüística colonial según Makoni y Pennycook (2019) y Duemert y Storch (2021), constituye “un campo interdisciplinario que se dedica al estudio crítico de producción de conocimiento colonial” (p.3). A pesar de estas preocupaciones e insistencias, ha sido casi imposible desalojar sus entendimientos en tono al binomio ‘raza/lenguaje’. Lo espinoso de su devenir reside en la imposibilidad misma de alterar el molde proporcionado por la herencia colonial y sus epistemes, atendiendo al tipo de impacto que tal política de producción del conocimiento tiene en nuestros conceptos, debates, perspectivas críticas y proyectos de investigación. Este es un campo que no solo está conformado por discursos, actores y actividades que acontecen a través de prácticas y actuaciones culturales específicas de dominación y opresión, sino que, se aglutinan en torno a un esfuerzo imaginativo por alterar las reglas del juego. A pesar de ello, “el legado colonial se ha mantenido productivo a través de la negación su propia presencia” (Duemert y Storch, 2021, p.3). La Lingüística descolonial es una singular amalgama de diversas epistemes. Estamos en presencia de un desconocido ensamble analítico. Nuestra preocupación acerca de la colonialidad no es un mero capricho académico. Más bien, es un llamamiento que nos invita a aprender a reconocer cómo este fenómeno sigue altamente vigente y resonando a través del tipo de interacciones comunicativas, la naturaleza de las practicas lingüísticas y sus interpretaciones académicas.

El colonialismo en tanto conector mundial es algo intensamente vivo en nuestra vida psíquica, material y relacional. Tanto el ‘lugar’ de trabajo como el espacio de ‘referencialidad de la disciplina’ o el corpus de atributos que informan sus desempeños epistemológicos, son claves de aprender a descifrar para promover otros desempeños epistemológicos a favor de poblaciones racializadas, oprimidas y en situación de vulnerabilidad. Duemert y Storch (2021), comentan que, las ideologías que posibilitaron la imaginación lingüística en el seno del colonialismo, especialmente, las hegemonías epistémicas no han sido eliminadas y continúan dando forma a sus prácticas de investigación.  El problema de la lingüística colonial es el problema del contacto con otros que son, a la vez, como nosotros y no como nosotros. Lo que tenemos que aprender a superar es el ‘exceso mimético’ (Duemert y Storch, 2021) y el ‘mimetismo coercitivo’[2] (Chow, 2006) que afecta a las políticas de representación del Otro en el Sur Global. La primera, es una construcción que sobrerepresenta las posibilidades reales de comprensión ontológicas del Otro. Puede ser leído en términos de un sistema de fetichización ontológica. El mimetismo coercitivo es una modalidad de control analítico que nos informa cómo determinados discursos sobre las diferencias lingüísticas y culturales mantienen en estado de sujeción a determinados grupos. Ambas formas, puntualizan acerca de cómo se continúa imitando y re-presentando las prácticas coloniales dominantes en el estudio ontológico de la lengua. El problema es que, “el colonialismo fue informado por un deseo de reproducir su cultura en las colonias como tantas copias fieles del modelo original” (Duemert y Storch, 2021, p.3). En efecto, el

[…] imperativo mimético del colonialismo es una compulsión por crear similitudes y reprimir las diferencias. El objetivo era establecer una autoridad discursiva sobre los sujetos coloniales y articular otro reconocible, como sujeto de diferencia que es casi lo mismo, pero no bastante (Bhabha 1984: 86, énfasis en el original). Así, en las prácticas de funcionarios coloniales, misioneros y lingüistas tempranos, vemos una forma de mímesis que se resiste a ver y reconocer la alteridad fundamental del otro. En cambio, prácticas y formas de habla desconocidas (sonidos y formas) se vuelven a presentar, y se apropian en géneros y estilos que eran conocidos y cómodos para los exploradores coloniales, funcionarios y misioneros. A través de esta resignificación se crean fantasías de semejanza y comprensión, y se controla al Otro que es absorbido en el propio sistema de pensamiento del colono. En otras palabras, la alteridad es domada y su alteridad inquietante es silenciada. (Duemert y Storch, 2021, p.6)

La mímesis opera en torno a un singular efecto de representación sociopolítica del Otro –este tema fue abordado ampliamente por Spivak (1988) en su polémico ensayo seminal: “¿Puede hablar el subalterno?”–, describiendo su lenguaje en términos de un fenómeno de escasa complejidad, que será descrito por diversos libros elaborados por los lingüistas misioneros. La Lingüística Misionera (LM) documentó atributos de escasa relevancia para comprender la naturaleza contingente de los idiomas de los colonizados. El problema de la gramática es uno de los principales efectos imitativos de orden miméticos. Atributo permeado por la analítica del latín. Es esto, lo que hace que el lenguaje sea algo decodificable. La representación sociopolítica no hace más que reproducir versiones autorizadas de una alteridad lingüística que no se comprende en sus reales posibilidades lingüístico-existenciales. La mimesis no es más que un sistema de re-presentación de la re-presentación. Cada una de estas se encuentran imbricadas con complejas epistemologías coloniales. En ellas, la Lingüística colonial establece múltiples formas de control cognitivo en torno a los elementos definitorios de aquello que cuenta como hechos lingüísticos, lo que impulsa un interés sistemático en la descripción correcta por parte de los expertos capacitados. Esta es la base de los modos de gramática-traducción o la preeminencia de los enfoques descriptivistas de la lengua. Los lingüistas coloniales articularon un marco de artificialidad acerca de lo que cuenta cómo un idioma legítimo por vía de un aparato inventivo. Tales análisis ofrecían una representación mimética del lenguaje del Otro, algo que es construido a su imagen y semejanza, pero, que desconocen profundamente. Lo que los lingüistas coloniales ofrecen como comprensión de los idiomas de los colonizados, no es más que, un marco de artificialidad sobre las coordenadas contingentes de tales lenguas. Son explicaciones que no hablan desde la contingencia misma de la naturaleza de cada lengua. La construcción que ofrecen es solo valida a ojos de sus practicantes euroamericanos. Este es un estudio exclusivamente elusivo occidental. Hasta aquí, los entendimientos de la Lingüística colonial están atravesada por una epistemología de la ignorancia, es algo que oscurece el material ontológico y las posibilidades existenciales de determinados grupos y sus prácticas culturales.

[…] El lenguaje, en su representación colonial, despliega una estética disciplinar y una sensación de dominio, afín a la práctica musical burguesa de ser capaz de tocar una pieza musical difícil en un instrumento. Ser lingüista, es ser capaz de distinguir el sonido del ruido, los garabatos de la escritura, lo bien formado de lo mal formado. El idioma era, y es, una habilidad bien perfeccionada adquirida a través de años de entrenamiento. Sin embargo, y esta es la ironía y la contradicción en la historia de la lingüística colonial, esta habilidad rara vez conducía a una descripción lingüística precisa que fuera inteligible y significativa para los hablantes de la lengua. Más bien, creó textos "ruidosos" de los cuales solo los compañeros lingüistas, o aquellos educados de alguna manera en la práctica lingüística, pueden tener sentido. Las representaciones miméticas de los lingüistas coloniales no sólo eran excesivas, produciendo un sentido de 'hacer creer' (Taussig 1993: 255), pero también creó una nueva y uno mismo en el proceso: el experto, el lingüista bien informado y extremadamente capaz, que es capaz de convertir el ruido en significado para otros europeos, y que crea— paradójicamente—un nuevo tipo de ruido, incomprensible para los hablantes del idioma en el proceso. (Duemert y Storch, 2021, p.10)

Hasta aquí, los entendimientos acerca de la lengua no hacen más que tergiversar las posibilidades reales de acceso a la naturaleza contingente de cada práctica comunicativa, lo que puede ser explicado en términos de regulación fantasmática que operan estableciendo imágenes distorsionadas sobre sus hablantes, dimensiones gramaticales, etc. Los sistemas de documentación impulsados por los lingüistas misioneros contribuyeron a oscurecer la real comprensión de los fenómenos lingüísticos. Este modelo, “se asemeja a un estudio colonial, un mundo donde el otro se pone ‘en posición’, donde se fija la mirada del observador” (Duemert y Storch, 2021, p.11).

 

Errores y más errores 

La colonialidad está profundamente arraigada en la práctica disciplinaria de la Lingüística. Si bien, existe consenso que, la Lingüística colonial es responsable de promover un corpus de entendimientos que niegan el potencial de complejidad de las prácticas lingüísticas de grupos construidos al margen de la historia, convirtiéndolos en objetos delimitados, hiperespecíficados, y ontológicamente normativos, lo que, no hace más que, tributar con los entendimientos de un análisis externalista a las reales posibilidades contingentes de la lengua. El reto que promueve la Lingüística descolonial es, justamente, deshacer las articulaciones que encarnan su fuerza en torno a singulares regímenes meta-discursivos. La Lingüística colonial fundamentó su existencia en torno a la recopilación de listas de palabras, archivos gramaticales y otros elementos que tenían por función, presentar al lenguaje como fenómeno decodificable y delimitado, imponiendo una concepción estrecha acerca de la lengua. Tal analítica opera encubriendo una ideología propiedad del Norte. El trabajo del Lingüista colonial estuvo sujeto preferentemente a escribir, traducir y deducir reglas gramaticales. De este modo, Duemert y Storch (2021), comentan que, las

[…] ideologías sobre el lenguaje como delimitado, estructurado, codificable, mejorable e, importante y generativo (es decir, un número finito de reglas que puede dar cuenta adecuadamente de un número infinito de oraciones y expresiones) no fueron, sin embargo, compartidas por todos. El proyecto de posicionamiento de las lenguas como artefactos estructurales y textuales, como lenguas nativas, lenguas maternas o, más tarde, lenguas nacionales era, en gran medida, un proyecto de las élites europeas, inherentemente ligado a las nociones de alfabetización y escritura. Sin embargo, la alfabetización viene en muchas formas y no todos estaban familiarizados con las habilidades técnicas de lectura/escritura. (p.14)

La colonialidad lingüística selló las reales vías de acceso a la comprensión de la cultura lingüística de los grupos construidos al margen de la historia, focalizando en un entendimiento acerca de la alfabetización diametralmente diferente a lo que son sus reglas de funcionamiento cultural. Se establece, de este modo, un funcionamiento mental que trabaja en oposición a los criterios de legibilidad de grupos subalternizados. En esta concepción, queda claro que el lenguaje está íntimamente relacionado con la alfabetización y, por consiguiente, establece una complicidad con formas de análisis lingüísticos que no hacen más que, reproducir un sistema ideológico para aproximarnos al funcionamiento del lenguaje.

La subalternización es un proceso sistemático de empobrecimiento existencial, debemos luchar en contra de ella, a objeto de ayudar a tales colectividades a salir de forma estratégica de tal situación. Esta es, el principal, reto político de los educadores en el contexto de la descolonización. La educación lingüística de grupos subalternizados debe abandonar el persistente reduccionismo multiculturalista que sitúa sus problemas exclusivamente en torno a la recuperación de la ancestralidad y de las lenguas indígenas. Si bien, este punto es central, el problema de la colonialidad del lenguaje es mucho más amplio. Implica impulsar un proceso de sabotaje afirmativo sobre una variedad de puntos de vista que sustentan sus entendimientos acerca del lenguaje y sus posibilidades existenciales. No se trata de promover una salida simple y apresurada, ni mucho menos, un efecto de suplementación arbitraria que se rellena con otras ideas. Se trata de ofrecer una crítica a los modos de pensar acerca de la naturaleza misma de los procesos de educación lingüística de grupos que han sido marginados existencialmente a través de su lengua. Tal tensión es mayor: mucho de los problemas que he señalado superficialmente en este trabajo, son cómplices de lo que se interroga. Necesitamos reconocer que, muchos de los problemas que denunciamos forman parte sustantiva de lo mismo. Aquí, la discusión debe centrarse acerca de cómo salir de estos problemas tan arenosos. Este es un propósito deconstructivo: cómo restarle poder a la cuadricula ideológica que sustenta los desarrollos del colonialismo lingüístico. “No sabemos lo suficiente acerca de cómo los hablantes experimentan la documentación de sus idiomas, y cuáles son las reflexiones autocríticas de lingüistas sobre los problemas demasiado común de su propio trabajo, las que, rara vez están disponibles en forma impresa” (Duemert y Storch, 2021, p.17).

Cada uno de estos posicionamientos hacen de la lingüística una praxis inhóspita y estrecha, atravesada por una difícil herencia. Este es un territorio de análisis que se encuentra mediado por un conjunto de prácticas contradictorias, sustentada en diversas clases de binarismos devenidos en generalizaciones parasitarias. La Lingüística descolonial involucra una apertura radical en el estudio del lenguaje. Se trata de consolidar un cambio de paradigma, un nuevo comienzo. “En otras palabras, el estudio del lenguaje nunca fue monolítico y limitado a la disciplina de la lingüística. Sin embargo, este último, a menudo, ha hecho menos que dar la bienvenida a quienes desafiaron sus fundamentos epistemológicos y ontológicos dominantes, acerca de quienes pensaron el lenguaje de manera diferente” (Duemert y Storch, 2021, p.20).

La comprensión de las ideologías lingüísticas participa de la configuración de los regímenes meta-lingüísticos profundamente arraigados en la comprensión cultural del lenguaje. Los regímenes meta-discursivos son cruciales en el estudio de determinadas formas políticas y sociales, participan de los procesos de semiotización social, describe una forma indicial en su expresión más esencial. De este modo, “todos los usuarios del lenguaje y todas las comunidades de habla poseen marcos ideológicos que determinan la elección, evaluación y uso de formas y funciones del lenguaje” (McGroarty, p.99). Los dispositivos de semiotización son claves en la construcción de la realidad social y lingüística, la iconización es lo que garantiza que una idea se consolide de forma homogénea en el ethos social. A su vez, tales dispositivos se encuentran íntimamente ligados a la naturaleza de las prácticas lingüísticas de determinados grupos. No es exclusivamente un atributo contingente, sino que, profundamente ligado a la esencia de cada comunidad. Es esto, lo que queda obstruido en las narrativas de grupos construidos al margen de la historia o las dificultades de acceso al material de comprensión ontológico de ellos. En su contraparte lleva a la invisibilización de determinados fenómenos sociolingüísticos. 

[…] Todos los que tenían algo de conocimiento podrían presentar este conocimiento como "descubrimiento". Misioneros, administradores y otros funcionarios coloniales que escribieron gramáticas y libros de texto aprendieron sus propias versiones del idioma indígena. Los idiomas locales que aprendieron los misioneros y los administradores coloniales recibieron a veces nombres especiales por parte de las personas colonizadas. (Zimmermann, 2022, p.13)

De hecho, la teoría lingüística ortodoxa se funda en el binomio raza/lenguaje del que proliferan diversas clases de mecanismos de otrificación. Esto define una singular política de producción de la diferencia, un compromiso onto-político de carácter esencialista. El proyecto colonial “está vinculado con la descripción de lenguas no maternas; más importante es que la lingüística que estudia las lenguas de los pueblos colonizados lleva esta impronta de enfoque colonialista” (Zimmermann, 2022, p.13).

 

 

Colonización, lengua y opresiones

La colonialidad del lenguaje, del ser y de lo cognitivo son expresiones claves de la privación ontológica sistemática experimentada en diversas escalas por la totalidad de colectivos que integran la exterioridad creada por la modernidad o la unidad relacional de producción de desdenes ontológicos, un sistema que opera invalidando las diversas expresiones de lo humano producidos por tales grupos. Hablamos de la ausencia de pliegues del Otro en el Yo, es decir, un sistema de omisión de la plena existencia del Otro. Las formas de privación ligadas al conocer y al ser –las que posteriormente, se imbrican en el sintagma colonialidad del lenguaje– constituyen a juicio de Santos (2020), una tecnología de regulación de los sistemas-mundo a partir del colonialismo y del patriarcado; dos formas de privación ontológicas que operan juntas para dar paso a una relación alfabética que trabaja subalternizando diversas expresiones lecto-escriturales y orales. Un sistema que trabaja a favor de la silenciosa empresa de jerarquización de lenguas, habilidades cognitivas y lingüístico-comunicativas que refuerzan diversas estrategias de asimilación, jerarquización y control racial. Operatoria clave en las ideologías coloniales modernas de dominación en la que la lengua se convierte en un espacio de conquista.

Pensar en torno a las potencialidades de la descolonización del lenguaje, supone un profundo proceso de restauración ontológica de los procesos de constitución/regulación del lenguaje y sus dimensiones implicadas, las que son, responsables de profundos procesos socioculturales. La descolonización del lenguaje entre sus propósitos, documenta la necesidad de acabar con la línea abismal responsable de múltiples mecanismos de jerarquización y racialización a través de la lengua y, consecuentemente, de las expresiones e identidades culturales de diversas colectividades. Para entender la descolonización del lenguaje es necesario remitirnos al concepto de ‘colonialidad’ –sistema multiescalar que afecta a las regulaciones micro (las interacciones cotidianas, la micropráctica como denomina Ocampo (2020) y macro (lo estructural)– propuesto por Quijano (1989) y al sintagma propuesto por Veronelli (2015) sobre ‘colonialidad del lenguaje’, la que en sí misma es, una corriente marginal o subalterna. Los objetos de investigación del lenguaje/de la lingüística perpetúan un sistema de relacionamiento colonial. Lo que a esta empresa le interesa, consiste en develar otros órdenes epistemológicos y otros espacios de significado/significación de la lengua y de sus esquemas de pensamiento. Cada usuario de la lengua organiza su aparato cognitivo a partir de los engranajes de esta, definiendo una singular forma de pensar y actuar en el mundo. Considero este punto importante para develar los agenciamientos lecto-escriturales que son invisibilizados en la escena escolar. Leer es, ante todo, desarrollar otros hábitos de pensamiento o desempeños epistemológicos, es una forma de superar el empobrecimiento existencial. La descolonización apela a la “construcción de una nueva humanidad capaz de escapar a la lógica de la interminable repetición del epistemicidio colonial” (Santos, 2020, p.111). También, puede ser definida como “la búsqueda de una perspectiva liberadora orientada a facilitar la autocomprensión (“vernos con claridad”) tras siglos de sumisión, desmembramiento y alienación” (Santos, 2020, p.111).

 

 

La descolonización del lenguaje asume la tarea imaginativa de develar la grilla de inteligibilidad de futuros decoloniales alterativos, particularmente, se convierte en una perspectiva para documentar cómo el lenguaje se convierte en un factor alienante y opresivo, una tecnología a favor de diversas clases de frenos al autodesarrollo. La colonialidad del lenguaje es una estrategia de privación de la consciencia individual y social, mientras que, la descolonización del lenguaje busca invertir/desconectar las influencias sobre las que se erige el proyecto lingüístico-cognitivo occidental, es un rechazo afirmativo a la ascendencia lingüístico-colonial. La tarea que asume es el desplazamiento específico de los signos lingüístico-comunicativos heredados por la matriz moderno/colonial de literacidad. La lengua es la superposición de varias estructuras políticas, cognitivas, comunicativas y relacionales que interaccionan en el espacio sociopolítico, esta, también opera como un mecanismo de instrumentalización de la realidad lingüístico-material de cada comunidad y usuario, la que contribuye a la destrucción de las mentes de múltiples colectividades. Cuando la lengua y las habilidades lingüísticas básicas se emplean en esta dirección, refuerzan una racionalidad abismal convirtiendo a determinados grupos en subhumanos. La lengua se utiliza para mantener cautivas las mentes, su subversión habita en las posibilidades de un pensamiento lingüístico fronterizo. Esta es la singularidad epistémica de la descolonización del lenguaje.

 

Recuperar la naturaleza contingente del lenguaje

Una de las denuncias más importantes efectuadas por la beca descolonial de las Ciencias del Lenguaje, reconoce que, los lenguajes y sus meta-regímenes discursivos tal como los conocemos, no son más que, complejas formas de imbricación del poder imperial/colonial, es decir, simples invenciones que fueron incapaces de documentar la inmensidad de atributos que definen la propia naturaleza de las lenguas no-euroamericanas. Esta sección del argumento, se encuentra en la base de lo que conocemos como los múltiples sesgos sancionados por la Lingüística en sus diversos sub-dominios de comprensión. El problema de la colonialidad del lenguaje no solo se circunscribe al binomio ‘raza/lenguaje’, ni a las posibilidades de negación de la existencia de múltiples grupos a través de la castración de su consciencia, la negación de su naturaleza lingüística y su persistente empobrecimiento existencial. Más bien, el problema reside en aquello que conocemos como desempeño epistemológico, esto es, la forma acerca de cómo pensamos sobre de la lengua. Esta es la herencia material del colonialismo cognitivo grabado en nuestra consciencia.

La interrogante por la descolonización lingüística, no admite otra respuesta que, la recuperación de la dimensión sociopolítica del lenguaje. Si bien, esta busca interrogar desde adentro la edificación metafísica occidental sobre la que se sustentan las Ciencias del Lenguaje, su propósito es más complejo que tal sistema revisionista. Lo que esta persigue es la disposición de una sensibilidad crítica que nos permita discutir seriamente en torno a la naturaleza del lenguaje. Este propósito, ligado a la ontología del lenguaje, busca discutir cómo sus entendimientos toman distancia del material auténtico de comprensión de la lengua y de la textura de la experiencia de determinados grupos, especialmente, aquellos construidos al margen de la historia. Tal nudo crítico, en parte, subyace al entendimiento que, en cierta medida, La ontología del lenguaje fue modelada en parte por la Lingüística Misionera (LM). Necesitamos aprender a interrogar críticamente las epistemologías y las ontologías sobre las que se sustentan nuestros entendimientos acerca del lenguaje. A través de la Lingüística Misionera (LM) podemos acceder a las rutas de emergencia de diversos idiomas y sus explicaciones asociadas, así como, los entendimientos sobre su dimensión lexical, gramatical, etc., las que son, consecuencias de las intervenciones de los misioneros. Lo que instituyen los lingüistas misioneros es un conjunto de recursos comunicativos llamados lenguas nombradas o descritas a imagen y semejanza de Europa, resultado de una proyección colonial de un concepto occidental sobre una realidad comunicativa que, sin embargo, es radicalmente diferente. Siguiendo a Makoni (2022), se trata de cuestionar los fundamentos mismos de las Ciencias del Lenguaje que ignoran la historia de las prácticas lingüísticas de múltiples colectividades construidas al margen de la historia. “Este enfoque se opone a una concepción plurilingüe o multilingüe que piensa siempre en la lengua en formas discontinuas (dialectos, variedades, vernáculos, etc.)” (Makoni, 2022, s.p.).

La forma colonial e imperial del lenguaje y, en especial, de la lingüística subyace a la forma de pensar sobre el lenguaje y la sociedad,

[…] el aspecto imperial, no es tanto como decir que el inglés es imperialista, el francés es imperialista, el español es imperialista, etc. Ese es un argumento completamente diferente. Mi argumento es que la forma en que se enmarcan los idiomas africanos o la mayoría de los idiomas es en sí misma muy imperialista. Entonces, si ese argumento, que creo que es cierto históricamente, por la forma en que se construyeron, se inventaron, etc. Si ese argumento es correcto, no puede esperar introducir cambios al promover el uso de esos lenguajes en esa forma, porque si promueve su uso en la forma en que se conceptualizan actualmente, solo está siendo imperialista, pero ahora usando marcos locales de lenguaje. (Makoni, 2022, s.p.)

Agrega Makoni (2022), señalando que,

[…] pierde la naturaleza históricamente contingente del lenguaje, porque tendemos a pensar que esta noción de lenguaje es común en todo el mundo, cuando la visión saussuriana es en realidad una visión del lenguaje que es producto de un clima histórico e intelectual muy específico. Luego, posteriormente, esta visión intelectual se propaga y da la impresión de que se vuelve universal, pero se origina en una localidad histórica muy específica. Si estas circunstancias fueran diferentes como en mi ejemplo, si Saussure hubiera sido un africano que creció en Malí, apuesto a que nuestra noción en la discusión sobre el lenguaje sería diferente.

 

 

¿Invención de los lenguajes?

Una de las contribuciones centrales del pensamiento de Makoni y Pennycook (2019), consiste en reconocer que, el carácter de las lenguas y de los idiomas y sus respectivos meta-lenguajes, no son más que, invenciones propias de los proyectos imperiales/coloniales. Las historias dispersas en el Asia, África, América y Oceanía son bien documentadas en torno a las invenciones lingüísticas, una unidad de análisis que desafía la visión diacrónica ligada al estudio del lenguaje en la lingüística saussureana. El propósito de Makoni y Pennycook (2019), consiste en proponer una historia alternativa sobre los idiomas y sus concepciones subyacentes. Toma distancia de una simple progresión lineal en la evolución y cambio de las lenguas. Se trata entonces, de rescatar una multiplicidad de temporalidades y de sistemas de interrreferenciación entrecruzados. Tal proceso inventivo toca las múltiples dimensiones de análisis implicadas en diversas clases de construcciones lingüísticas. Desde la perspectiva de Makoni y Pennycook (2019), todas las lenguas son complejas construcciones sociales, se trata de ir más allá de los criterios lingüísticos obvios para justificar una analítica y sus criterios de existencia. Su interés se posiciona en torno a la comprensión de los procesos sociales y semióticos que forman parte de su construcción. Es, juntamente, esto, lo que está a la base de las ideologías coloniales, las que se ven fortalecidas a través de los programas de alfabetización. Es a través de ella, que el poder colonial se afianza en la trama subjetiva, relacional y ontológica de cada grupo cultural. Los procesos semióticos nos informan acerca de un conjunto de procesos acerca de cómo

[…] se realizan diversas prácticas lingüísticas invisible (borrado), la proyección de un nivel de diferenciación sobre otro (recursividad fractal) y la transformación de la relación de signo entre rasgos lingüísticos y las imágenes sociales con las que se vinculan (iconización). Estos diferentes procesos sociales y semióticos interactúan en formas complejas, de modo que el nacionalismo, por ejemplo, genera iconización y recursividad fractal, que a su vez generan más nacionalismo como parte de un proceso de homogeneización ideológica. (Makoni y Pennicook, 2019, p.2)

Parte del sesgo occidental que describe Mufwene (2021), sobre los análisis lingüísticos se fundamentan en lo que conocemos cómo procesos de descripción lingüística, una modalidad interpretativa que nos informa acerca de cómo fueron clasificadas, mapeadas y formuladas determinadas explicaciones en torno a singulares lenguas. Gran parte de su aparataje gramatical fue influenciado por ideologías raciales. A ello, se suma la ideología de las lenguas como categorías separadas y enumeradas. Esta es la base de lo que conocemos como lingüística segregacional. Su postulado fundamental, sostiene que, las lenguas están integradas por identidades que corresponden a una determinada especie. Es una explicación de carácter esencialista. En efecto, “la enumerabilidad del lenguaje debe entenderse como parte de un proyecto más amplio de ‘gubernamentalidad’, parte de un eurocentrismo cultural que “implacablemente codificaba y observaba todo acerca de lo no-europeo, de manera tan minuciosa y detallada que no deja ningún elemento sin tocar, ninguna cultura sin estudiar” (Makoni y Pennycook, 2019, p.3). Otra dimensión que justifica parte del argumento inventivo de las lenguas, reside en los regímenes meta-discursivos sobre los que se sustenta cada idioma. Para Makoni y Pennycook (2019), estos, no son más que singulares modalidades representativas del lenguaje de cada comunidad, que, junto con las formas materiales de la lengua, forman lo que se conoce como acción social de la lengua, lo que desempeñan un papel importante en el ejercicio del poder político y social. ¿Qué son los regímenes meta-discursivos? En palabras de Makoni y Pennycook (2019), corresponden a una visión generalizada del lenguaje, es, también, aquello que posibilita la emisión de textos autónomos –textos elaborados con cantidades escasas de información contextual–. Los regímenes meta-discursivos asumen una concepción no-materialista del lenguaje, reconociendo que, este, nunca puede ser definido como una entidad previamente definida –tal como sostenía la lingüística misionera–. Los lenguajes son, siempre, construcciones políticas, culturales y sociales y, en ocasiones, articulaciones de singulares movimientos sociales.

Las invenciones lingüísticas determinan el tipo de énfasis interpretativo de los entendimientos sobre una determina lengua, especialmente, inciden en el diseño de políticas y educación lingüística. De este modo,

[…] Necesitamos reconstituir los lenguajes, un proceso que puede implicar tanto tomar conciencia de la historia de la construcción de los lenguajes, y repensar las formas en que miramos en las lenguas y su relación con la identidad y la ubicación geográfica, por lo que vayamos más allá de las nociones de territorialización lingüística en las que la lengua está ligada a un espacio geográfico. (Makoni y Pennicook, 2019, p.6)

El llamamiento efectuado por Makoni y Pennicook (2019), no es otro que, crear condiciones para que represar el lenguaje pueda responder a los múltiples problemas de grupos atravesados por alguna situación de vulnerabilidad. No se trata de circunscribir el problema exclusivamente a grupos indigenistas y, con ello, incurrir en la sobresaturación del multiculturalismo lingüístico de carácter liberal. Se trata de re-pensar el lenguaje para abrirnos a la recomposición ontológica de su naturaleza contingente. La invención de las lenguas y sus meta-regímenes discursivos se ubican dentro de una profunda tradición histórico-filosófica, en términos epistemológicos analiza cómo gran parte de los entendimientos articulados por la Lingüística y sus diversos subdominios han sido ensamblados con categorías eurocéntricas. Estamos en presencia de un “concepto de invención que es relevante tanto para la cultura colonial como para la contemporánea y los contextos metropolitanos poscoloniales” (Makoni y Pennycook, 2019, p.5). En tanto ámbito de interés de la Lingüística colonial, esta, reproduce un compromiso con un sistema de objetualización de los idiomas y sus conocimientos culturales, lo que conduce a una pragmática epistemológica de abyección, que objetualiza, codifica y fetichiza las posibilidades culturales de determinados grupos. La objetualización es clave en la imaginación cultural y en la regulación ontológica cultural, pues, posibilita un entendimiento acerca de tales grupos a imagen y semejanza del colonizador, determinando cómo debiese ser esa lengua. Es la construcción de la historia de la lengua de los otros para ellos. “Cuando hablamos de la invención de los lenguajes, estamos viendo la construcción de historias lineales que implica orígenes particulares; no estamos sugiriendo que el uso del lenguaje en sí sea todo menos dinámico y cambiante” (Makoni y Pennycook, 2019, p.6). Muchas de las descripciones que sustentan el estudio de las lenguas a través de la Lingüística Misionera (LM), son el resultado de habilidades lingüísticas inadecuadas para interpretar tales fenómenos. No son más que, fenómenos interpretados con los supuestos de la Lingüística eurocéntrica. Lo que la Lingüística Misionera (LM) ofrecía no era más que, una descripción interlingüística fundamentada en interlenguas europeas. Esto no es más que, el resultado de los patrones de configuración de una lengua. “Los colonizadores europeos se inventaron a sí mismos y a otros en un proceso de relación recíproca” (Makoni y Pennycook, 2019, p.8).

La invención es una forma específica de imaginar el lenguaje, la que es parte de un aparato ideológico más específico. Son los meta-regímenes del pensamiento eurocentrado los que determinaron los criterios de interpretación de las lenguas de los colonizados, lo que inhabilita promover un concepto más amplio sobre las lenguas. Es más, muchos de los nombres de los idiomas no-europeos han sido inventados por los analistas del lenguaje europeos. El problema es que los lenguajes preexistían a la nominación de los objetos aportados por tales grupos de lingüistas, “llama performativamente a los lenguajes a la existencia” (Makoni y Pennycook, 2019, p.10). Esta práctica dio paso a una “ideología de las lenguas como objetos separados y autónomos en el mundo, cosas que podrían ser clasificadas, arregladas y desplegadas como medios de intercambio” (Makoni y Pennycook, 2019, p.11).

La desinvención es su principal reto. Como tal, constituye uno de los principales puntos de arranque de la ‘beca’ descolonial de las Ciencias del Lenguaje, esta, no solo pretende analizar por distancia crítica la matriz epistemológica colonial del lenguaje. Más bien, promueve un sistema de intimidad crítica, un complejo edificador que promueve un conjunto de desempeños epistemológicos que nos invitan a analizar las prácticas lingüísticas y sus interacciones comunicativas en su inmensidad. Es una invitación para adentrarnos en la heterogeneidad de la naturaleza sociopolítica y contingente del lenguaje. Necesitamos consolidar un sistema de interrupción del conocimiento, algo que nos permita desvincularnos y luego volver a vincularnos a su constelación de fenómenos. Tal vez, sea muy espinoso descolonizar la Lingüística en su totalidad. No obstante, es altamente resonante crear espacios donde podamos hacer un trabajo descolonial. Una de las tareas críticas más apremiantes que enfrenta la lingüística descolonial consiste en reconocer que algunos imperios fueron asociados a la producción de lenguajes específicos. Sin embargo, el principal problema del imperialismo y del colonialismo lingüístico consiste en la manera de pensar y enmarcar nuestros entendimientos acerca del lenguaje.

 

 


 

Referencias bibliográficas

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Mufwene, S. (2021). “Decolonial linguistics as paradigm shift: Acommentary”; en: Deumert, A. & Storch, A. (Edit.). Colonial and Decolonial Linguistics. (pp.289-300). Oxford: Oxford Scholarship.

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Biodata

Aldo Ocampo González: Post-doctorado en Educação, Contextos Contemporâneos e Demandas Populares por el Instituto de Educación de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ), Brasil. Doctor en Ciencias de la Educación. Magíster en Educación, mención Currículo y Evaluación. Máster en Política Educativa. Máster en Lingüística Aplicada (Univ. de Jaén, España), Máster en Integración de Personas con Discapacidad (Univ. de Salamanca, España). Licenciado en Educación, Post-titulado en Psicopedagogía e Inclusión (UCSH, Chile). Director fundador del Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva (CELEI), institución reconocida y con estatus asociativo a CLACSO. Director del Grupo de Investigación Latinoamericano sobre Educación Inclusiva (GILEI). Profesor de Postgrado (Postdoctorado, Doctorado y Maestría) en diversas universidades de Latinoamérica.

 

[1] Este artículo se desprende de la estancia de investigación Postdoctoral realizada en la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquía (UdeA), Colombia, sobre “Descolonización del lenguaje y de la lingüística en el Sur Global: ontologías relacionales, pluriversalidad y territorios de la diferencia”, durante el período académico 2022-2023.

[2] Esta metáfora explica cómo determinados grupos permanecen fieles al material de comprensión ontológico que los determina. Tal fidelidad se amalgama a través de diversas clases de discursos e instituciones que trabajan para mantener a las personas en determinados perímetros existenciales.