Matanzas, ciudad de luz

Matanzas, city of light

Matanzas, wanee Epiepa'a Kasimasü

 

 

La ciudad de San Carlos y San Severino de Matanzas, se erige como la Atenas de Cuba en el occidente del archipiélago, hacia la costa norte. Desde 1494, durante el segundo viaje de Cristóbal Colón, la región fue avistada y a inicios del siglo XVI, Sebastián de Ocampo la bojeó. El hecho que la situó en la historia, fue el naufragio en 1510 de canoas que transportaban a violentos españoles por la bahía de Guanima, los cuales fueron ahogados y ahorcados los sobrevivientes, por los indígenas del poblado Yucayo. A partir de este suceso, comenzaron a identificar al territorio con el nombre de Matanzas (González, Pérez y Fernández, 2013).

Las elevaciones de su relieve, la anchura de sus ríos San Juan, Yumurí, Canímar y su profunda bahía, atraían a marineros y comerciantes, además de su cercanía a La Habana y a la península de la Florida. Otro hecho que marcó el destino de la futura ciudad fue la captura de la flota española La Plata, por el pirata holandés Peter Heyn (García y Larramendi, 2009). Esto conllevó a que la metrópoli acudió a fortificar la bahía para su propia defensa y la de La Habana. El rey Carlos II aprobó tales obras unidas a la fundación de la ciudad y ordenó el envío de treinta familias canarias para las acciones. 

Su fundación tuvo lugar entre los días 10 y 30 de octubre de 1693. Un puerto, un castillo, familias propietarias de parcelas dispuestas en manzanas ortogonales, una plaza fundacional entre ríos, calles paralelas, los solares establecidos para la aduana, la casa del corregidor y la iglesia, marcaron el entramado urbano de una ciudad, diseñada bajo las Leyes de Indias. Se caracterizó por el aprovechamiento de su geografía, los vientos, la luz, su disposición hacia la bahía y el trazado en cuadrículas. “Es una asunción de aliento renacentista” (García y Larramendi, 2009, p. 31).

Los siglos XIX y XX estuvieron marcados por el desarrollo económico, político, social y artístico. Estos aspectos, unidos a la herencia literaria de Heredia, Tomás Gener, Domingo del Monte, Ambrosio Sauto, Byrne, Milanés, Teurbe Tolón, Plácido, Agustín Acosta, Carilda; la música de José White, Felipa Úrsula Deville White, Dámaso Pérez Prado, Rafael Somavilla, Miguel Faílde; la pintura de Esteban Valderrama, los hermanos Chartrand, José Manuel Acosta, Agustín Grake, Lorenzo Padilla; la impronta en la arquitectura de Julio Sagebien, Daniel Dall´Aglio y Pedro Celestino del Pandal, posicionaron a la ciudad como una urbe de esplendor cultural. En el campo de la ciencia destacaron Ximeno y Fuentes, Juan Guiteras Gener, Carlos de la Torre y Huerta, Ángel Arturo Aballí Arellano, Armando Carnot Veulens, la familia Triolet, Joaquín García Labredo.

La prensa en el territorio hacía eco de todo el acontecer, entre ellos los periódicos: El Patriota, Diario de Matanzas, La Aurora de Matanzas y Yumurí. La educación tuvo paradigmas como los hermanos Guiteras Font, Emilio Blanchet, Eduardo Meireles Brito, Antonio Luis Moreno, entre otros. Las instituciones cobraron importancia en estos siglos como espacios para la formación de la matanceridad, entre ellas: el Liceo Artístico y Literario, la Biblioteca Gener y Del Monte, el Instituto de Segunda Enseñanza, la Diputación Patriótica de Matanzas, los colegios públicos y privados: “La Luz”, “El Porvenir”, “Irene Toland”, el de Arquitectos, la Escuela Normal, el Hospital Santa Isabel. Perduran edificios civiles y militares como el Castillo San Severino, Cuartel Goicuría, Cuartel de Bomberos, Teatro Sauto, Museo Provincial Palacio de Junco, Edificio de la Vigía, el Palacio de Justicia y puentes centenarios como el de La Concordia (Lacret Morlot, 1878), el Calixto García (1899), Puente Dubrocq (1904) y el Giratorio (1904); estos unidos a otros casi treinta que dan el sobrenombre a Matanzas como Ciudad de los Puentes.

Uno de los aspectos significativos de la ciudad en la contemporaneidad es la ausencia de portales. Se debe a que posterior al desarrollo económico que alcanzó la urbe en el siglo XIX por el auge del azúcar y todo lo relacionado a su producción, cuando se construyeron ostentosos edificios, no fue posible incorporarles portales, ya que afectarían el trazado de sus calles. El paisaje urbanístico de los espacios públicos se distingue por estar rodeado de inmuebles con fachadas altas, sólidas y caracterizadas por el uso de la reja, la madera y piedra de cantería. Todas son posibles de admirarse desde las plazas.

A 330 años de fundada, la ciudad de Matanzas ha enfrentado el desgaste de las guerras por la independencia de la isla, el embate de huracanes, los efectos del cambio climático y los daños provocados por sus residentes al patrimonio natural y cultural. “La experiencia y el conocimiento acumulados durante años crean entonces un compromiso inquebrantable en función de transmutar la vertiente del proceso “renovador” donde, ante todo, debe preservarse la memoria histórica, traducida en paisajes citadinos y naturales” (Pérez et al., 2018, p.12).

Varias son las instituciones, investigaciones, proyectos y acciones que se realizan para educar a la comunidad respecto a su herencia cultural. La urbe yumurina posee un Centro Histórico Urbano que desde 2014 es Monumento Nacional y cuenta con aproximadamente una decena de inmuebles y sitios que tiene esta misma categoría. Fue declarada durante su aniversario 325, como Ciudad Destino Turístico y diferentes inmuebles ostentan el Premio Nacional de Conservación y Restauración (Jiménez et al., 2022 y Jiménez, 2023).

Sus valores van más allá de lo material, se complementan con las tradiciones culinarias y artesanales, los oficios, leyendas, oralidad, baile, música, entre otros. No es posible hablar de Matanzas si no se evoca a su poesía, rumba, danzón, teatro, a su gente hospitalaria y culta, a sus historiadores y científicos, deporte, religiosidad, a su Farmacia, a su estatua de La Libertad, a sus ríos y puentes, al Valle de Yumurí, a su Loma del Pan, a sus cuevas y yacimientos arqueológicos.

Estos componentes de la matanceridad son evidenciados por sus residentes en los espacios públicos. En ellos confluyen la comunidad con los visitantes nacionales y foráneos, que se interesan por los valores de la ciudad y sus habitantes. Cada vez, se hace más necesario, nutrir a los sujetos de la importancia de preservarlos en la medida que son dinamizados y regenerados. La ciudad está en constante transformación, sus vestigios y nuevas acciones van configurando una imagen propia, singular y esplendente.

 

 

 

Referencias bibliográficas

García, A. y Larramendi, J. (2009). Matanzas, la Atenas de Cuba.  Matanzas. Ediciones Polymita.

González, L. R., Pérez, L. y Fernández, D. (2013). Ciudad de Matanzas, primicias, hechos significativos y singularidades. La Habana. Editorial Félix Varela.

Jiménez, G. A. (2023). “La socialización del patrimonio en contextos urbanos”. Universidad y Sociedad, 15(3), 178-189. https://rus.edu.cu/index.php/rus/article/view/3738

Jiménez, G. A., Peñate, A. G., Soto, D., Hernández, M. y Santos, O. (2022). “Valores del patrimonio inmueble del centro histórico urbano de Matanzas como contenido para la educación patrimonial”. 2022. Revista de Arquitectura e Ingeniería, 16(2)

https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=193971847005

Pérez, L., González, L. R., Orihuela, J. y Viera, R. (2018). Matanzas en el visor del tiempo. Matanzas. Oficina del Conservador.


 

 

Biodata

Guillermo Alfredo Jiménez Pérez: Licenciado en Estudios Socioculturales (2018). Profesor Asistente. Investigador Agregado en la Universidad de Matanzas, Cuba. Doctor en Ciencias de la Educación de dicha institución. Miembro de los proyectos de investigación: Patrimonio cultural y formación: patrimonio cultural universitario (PCU), historia, educación patrimonial y desarrollo local; CCI & CityTour: la competencia comunicativa intercultural en el discurso de interpretación patrimonial para el desarrollo local del turismo de ciudad y Gestión sociocultural para el desarrollo local en el Consejo Popular Matanzas Este.