¿Todos aprendemos? ¿Aprendemos de las voces bajas de los subalternos?[1]
Do we all learn? Do we learn from the low voices of the subalterns?
¿Atüjüshii waya wapushuwa’aya? ¿Atüjushii waya jünainjee nanüiki na oupünaawüshiikana?
Quienes hemos leído a Freire, repetimos con frecuencia que “todos aprendemos y todos enseñamos” y con esta frase estamos valorizando que todas tienen la posibilidad de enseñar, aunque no hayan ido a la escuela o no sean capaces de leer o escribir. El “todos aprendemos” parece estar más situado en la idea de que siempre es posible aprender, aún en situaciones desfavorables. En este breve artículo quiero hacer una reflexión acerca de las tremendas dificultades que tienen las clases populares, los y las indígenas, los y las migrantes pobres de poder enseñar, de poder transmitir sus prácticas culturales a personas que no pertenecen ni a su grupo ni a su clase, en especial si se trata de personas con alto nivel de instrucción.
1- El trabajo en talleres en aulas interculturales
El trabajo en talleres de historia, memoria y producción de textos durante más de 20 años en barrios urbanos y periurbanos de Bahía Blanca y la zona son el territorio del que surge esta hipótesis, producto de un trabajo arraizado.
En estos talleres trabajamos con migrantes de países limítrofes, en especial de Chile y Bolivia y prioritariamente con mujeres.
Los talleres se realizaban en escuelas primarias de adulto/as y centros de alfabetización municipales creados con el inicio del período democrático de 1983, con una larga continuidad en esta ciudad, hasta la primera década del presente siglo. El espacio de trabajo eran las aulas, ubicadas en establecimientos escolares o en lugares que oficiaban de aula y se podía tratar tanto de una casa de familia, como una sociedad de fomento o alguna iglesia, generalmente evangélica, aunque algunas veces estuvimos en sedes de alguna dependencia católica.
En el espacio escolar focalizamos en las actividades que propiciaban en diálogo para hacer circular la palabra y luego propiciar la lecto escritura. El punto de partida siempre estaba ubicado en presentar temáticas que dieran lugar al diálogo para luego poder hablar de todo aquello que tiende a parecer oculto, como pensar que la mayoría de quienes iban a la escuela de adulto/as eran migrantes o hijos de migrantes, protagonistas de movimientos migratorios estigmatizados, porque las únicas migraciones valorizadas eran las ultramarinas, en especial de Italia y España.
Con los testimonios, los diálogos, con los textos orales y escritos hemos realizados cuadernillos que luego tratábamos de leer en forma individual y grupal, en algunas oportunidades publicamos este material en libros. Un libro editado y distribuido gratuitamente por el Museo Histórico de Bahía Blanca[2] permitió que este material producido en las aulas de barrios en los cuales cobran visibilidad las voces bajas de los subalternos, como diría Guha[3], sin embargo, hay que hacer algo más que publicar un libro para que estas voces sean realmente escuchadas y se pueda aprender de ellas.
2- La inscripción de las voces y su circulación
Estamos convencidas de que los materiales editados que muestran las experiencias y las trayectorias de vida de las personas con las cuales trabajamos en los talleres son una fuente de conocimiento, pero también de que cuesta mucho que estos “conocimientos del sentido común” puedan ser reconocidos, como insumos para comprender el presente en el que vivimos. A pesar de la circulación de ideas originadas en los quiebres epistemológicos contemporáneos, es aún muy fuerte la idea de que lo único valedero es el “conocimiento científico”, en el sentido más tradicional del término.
Los conocimientos que son transmitidos desde las voces bajas tienden a quedar en un lugar subalterno y además cuando se encuentran inscriptos en los dispositivos reconocidos por la academia (como los libros publicados por instituciones científicas y culturales) raramente son tenidos en cuenta como insumos para pensar la historia, la demografía, los procesos sociales o tomar decisiones en políticas sociales y culturales.
¿En qué conocimientos estamos pensando? La esfera de los conocimientos de lo/as adulto/as en el ámbito escolar es un universo sumamente amplio, en este caso queremos sintetizar en dos grandes temas que son cruciales para la vida.
a- La alimentación
Comer, alimentarse y alimentar a la familia no ha sido una empresa fácil para las mujeres y varones que migraron desde Chile, Bolivia, o desde la Patagonia o el Noroeste Argentino (NOA). En los encuentros en talleres pudimos conocer las estrategias que implementaron las mujeres, porque la preparación del alimento generalmente recae en ellas.
La cocina y sus pautas fueron tema frecuente en los talleres. Pudimos ver la permanencia del maíz en los alimentos de la cocina andina de la migración boliviana y del NOA, las transformaciones del trigo en los alimentos de la cocina con origen en Chile y la Patagonia argentina, la importancia de ciertas preparaciones como el ñaco y el mote de trigo[4], convertidas en “alimentos de los pobres”, pero a la vez negados por las clases medias y altas.
El maíz, emblema del alimento americano y gran logro de las culturas indígenas, va teniendo un origen difuso y cosechando distintos significados, desde alimento sagrado y exótico, comida de pobres, hasta ser el emblema de la cultura de masas, en el formato de pop corn, “palomitas de maíz” o “pochoclos” para consumir en los cines de las cadenas de la industria cultural contemporánea. El trigo, un cereal introducido a este continente, pero con una tradición alimentaria que al menos en el actual Chile y en la Patagonia dieron lugar a tradiciones alimentarias específicaggs se van dejando de lado en nuestro medio, en el lugar en el que trabajamos en los talleres.
Como no es fácil aprender a partir de escuchas a las voces bajas de los subalternos y de las subalternas, todas las estrategias de alimentación, que exceden ampliamente estos casos convertidos en ejemplo, no son reconocidos en los programas de alimentación, en las políticas públicos, en los textos escolares cuando se refieren a las comidas del entorno, ni en los consejos que se les dan a madres y padres para evitar la desnutrición de sus hijo/as. Para procesar a estos cereales las mujeres han desarrollado técnicas de limpieza, pelado, molienda y conservación; estos procesos requirieron de la adaptación de utensilios de trabajo y de sustancias específicas, por ejemplo: las piedras de moler muchas veces son sustituidas por molinillos, las cenizas nativas usadas para pelar maíz o trigo son sustituidas por otras que se encuentran en la ciudad o en la periferia. En todos los casos fueron modificando las prácticas a partir de ensayo y error.
b. El universo religioso
En nuestro trabajo en los barrios descubrimos lo importante que era para la mayoría del alumnado su pertenencia a iglesias evangélicas. Pudimos ver que en algunos casos ya llegaron al país siendo evangélicos y otros se convirtieron, es la palabra que usan, cuando migraron.
Los registros sobre las conversiones al evangelismo, en especial al pentecostal, saturan nuestros relevamientos. Conversiones en contextos de enfermedad, alcoholismo, de falta de trabajo, vivienda y comida, encarcelamiento de algún miembro de la familia, y podríamos seguir enumerando.
Inicialmente no teníamos interés en tener datos acerca de esta problemática, nosotras no éramos religiosas, respetábamos a las religiones porque era lo políticamente correcto, pero entendíamos que no necesitábamos saber más. Hubiéramos preferido que el tema religión no apareciera, nosotras queríamos saber otras cosas, con el tiempo nos decidimos a abrir la caja negra de las creencias religiosas de los sectores populares.
Fuimos viendo como estas iglesias, que hay protestantismos democráticos y progresistas y otros que no lo son, pero que aún dentro del conservador espectro pentecostal presentan diversidades y articulan de distinta manera con la sociedad en general. Muchas de ellas llegaron a trabajar junto al municipio de Bahía Blanca y hasta con CARITAS durante la crisis del 2000[5].
Creemos que la escucha de las voces bajas de los subalternos es necesaria para conocer cuáles son las instituciones religiosas vigentes, quienes están dispuestas realmente a trabajar con compromiso social. La política puede articular de distinta manera con las entidades religiosas, pero entendemos que tener en cuenta la opinión de quienes integran a las comunidades religiosas – y no solo a los dirigentes de ellas- es una tarea de escucha necesaria.
En suma, tomamos dos ejemplos, la alimentación y el universo religioso, para preguntarnos si realmente aprendemos de los conocimientos que nos transmiten las voces bajas de los subalternos, y de las subalternas.
Biodata
Graciela Hernández: Profesora y doctora en Historia por la Universidad Nacional del Sur, Argentina. Diplomada en Género por la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Docente e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnica (CONICET), Argentina. Directora del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género y Feminismos. Ha desarrollado una línea de investigación en la que conjuga la historia oral con la metodología cualitativa etnográfica sobre la temática de los pueblos indígenas, procesos migratorios y de producción simbólica desde una perspectiva de género que indaga en los procesos de construcción de los feminismos no hegemónicos. Autora de libros, capítulos de libros, actas de congreso y artículos en revistas científicas.
[1] Proyecto de investigación “Interseccionalidades y pedagogías críticas en derechos humanos en clave territorial: abordajes desde la investigación participante y las metodologías cualitativas”. Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Sur, Argentina. Código 24/5008. Enero 2024-diciembre de 2027. Dirigido por la dra. Jessica Visotsky.
[2] Ver: Hernández, Graciela, Visotsky, Jessica, 2001 Cultura popular. Cultura indígena. Una experiencia de educación popular en escuelas de adultos, Museo Histórico Municipal, Bahía Blanca.
[3] Tomamos el concepto del historiador indio Ranajit Guha, quien asegura que las ideas y opiniones, de los subalternos siempre quedan tapados por los discursos hegemónicos. Ver en: Guha, R. 2002, Las voces de la historia y otros estudios subalternos, Crítica, Barcelona.
[4] Ñaco o también harina tostada, es una forma de procesar al trigo para obtener una harina diferente a la que se consumen en la Argentina. En primer lugar, se tuesta al trigo y luego se lo muele (en las Islas Canarias se realiza el mismo producto). El mote es un alimento que asociamos al mundo andino, significa cocido, en el sur argentino chileno se realiza con trigo.
[5] La historia del surgimiento de ABC, Acción Bahiense Comunitaria, ONG que trabajaba en forma conjunta con CARITAS en el marco de las políticas sociales implementadas por el municipio en: Hernández, Graciela, Cruces. 2006, Entre la Historia Oral y la Religiosidad Popular. Ediciones de Barricada. Bahía Blanca, Argentina pp. 159- 168