Argumentos

Pertinencia de los estudios histórico-educativos en el siglo XXI

Relevance of the historical-educational studies in the XXI century

Yuseli Pestana Llerena
Universidad de Matanzas, Cuba

Entretextos

Universidad de La Guajira, Colombia

ISSN: 0123-9333

ISSN-e: 2805-6159

Periodicidad: Semestral

vol. 17, núm. 33, 2023

entretextos@uniguajira.edu.co

Recepción: 20 Marzo 2023

Aprobación: 15 Junio 2023



DOI: https://doi.org/https//doi.org/10.5281/zenodo.8218459

Resumen: El ser humano enfrenta a diario la diversidad de problemas sociales que tipifican su relación con la naturaleza y la sociedad. De acuerdo al carácter de estos, en cada área del conocimiento e investigación de la ciencia se determina el algoritmo, el protocolo o la ruta crítica a seguir para hallar una solución científica. En las ciencias sociales y en las ciencias de la educación en particular, los problemas se multiplican y complejizan porque al constituir el individuo el sujeto del sistema de influencias educativas, nuestro trabajo como educadores e investigadores del proceso pedagógico, demanda soluciones multidisciplinarias y transdisciplinarias con un sentido de integralidad e innovación.

El ser humano enfrenta a diario la diversidad de problemas sociales que tipifican su relación con la naturaleza y la sociedad. De acuerdo al carácter de estos, en cada área del conocimiento e investigación de la ciencia se determina el algoritmo, el protocolo o la ruta crítica a seguir para hallar una solución científica. En las ciencias sociales y en las ciencias de la educación en particular, los problemas se multiplican y complejizan porque al constituir el individuo el sujeto del sistema de influencias educativas, nuestro trabajo como educadores e investigadores del proceso pedagógico, demanda soluciones multidisciplinarias y transdisciplinarias con un sentido de integralidad e innovación.

En este sistema de relaciones e interrelaciones científicas necesarias para enfocar el problema social o bien el problema científico identificado, me he detenido a pensar una y otra vez, más allá del cumplimiento de una orientación derivada de la actividad de ciencia y técnica de nuestra universidad, más allá del cumplimiento de un resultado científico en el contexto de un proyecto de investigación. El detenerme en cada uno de estos contextos, no solo durante la elaboración de un informe de gestión de la actividad científica sino en el razonamiento epistemológico, metodológico o axiológico se afianza la idea de que en el contexto pedagógico actual es necesario detenerse a repensar, retomar y contextualizar en lo posible, experiencias pedagógicas que constituyeron esencias del pasado y sostienen en buena medida las prácticas del presente.

Luego de estas meditaciones aparecen mis primeras interrogantes: ¿Por qué es necesario estudiar la historia de la educación, el pensamiento y el patrimonio educativo precedente en el siglo XXI? ¿Por qué la investigación histórico-educativa es esencia en el estudio de personalidades, instituciones, procesos formativos que forman parte de nuestra cultura, identidad y favorecen la manera de entender el fenómeno educativo en sus disímiles expresiones? ¿Cómo concebir una investigación histórico-educativa en un presente signado por la tecnología, la innovación y el desarrollo científico acelerado? De ahí que se presenten algunos puntos de vista que considero asideros epistemológico-metodológicos para abordar este tema en diversos contextos.

En primer lugar, tendríamos que reconocer a la historia de la educación como una ciencia en el contexto de las ciencias de la educación. De acuerdo a los criterios de Mialaret (1977) y Vázquez (2012) estudian las condiciones generales y locales de la educación. Sin embargo, el entramado de relaciones que se establece entre esta ciencia y el desarrollo heredado en disímiles esferas de actuación social, hace reflexionar sobre los vínculos necesarios entre la historia de la educación y el desarrollo social como máxima aspiración de una sociedad. Por tanto, es innegable el enriquecimiento epistemológico de la historia social de la educación. Ello es posible porque, esta última, en su objeto de estudio, se representa la comprensión, reflexión y aprendizajes sobre figuras, hechos, procesos y fenómenos vinculados a la educación, la escuela, el docente, el estudiante, en el contexto institucional en relación con la sociedad y los impactos mutuos en el abordaje de las demandas sociales.

Esta perspectiva de análisis, se enriqueció desde el punto de vista metodológico sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX con la influencia directa del Marxismo y la Escuela de los Annales:

Tanto el marxismo como la escuela de los Annales permitieron, en la década de 1960, el nacimiento de la historia social de la educación, animada por el interés de los historiadores por estudiarla como fenómeno social y, entre otros factores, por el surgimiento de la sociología histórica. Se pretendía, así, reflexionar sobre el «fenómeno educativo en sus relaciones con el resto de la sociedad y no de un modo aislado». De aquí el surgimiento, entre 1970 y 1980, de nuevos temas y enfoques teóricos y metodológicos. (Galván, 2002, p. 218)

En Cuba, la repercusión directa del pensamiento marxista, guía y método para el desarrollo educacional, en su contextualización a las investigaciones histórico-educativas en particular, permitió la identificación de la existencia de una tradición pedagógica institucional reconocida, que se remonta a finales del siglo XVIII, trasciende a los siglos XIX y XX con exponentes de formas educativas diversas, aportadoras de ciencia, tendientes a la aplicación de métodos pedagógicos avanzados para la época, potenciadoras de la identidad nacional y la cubanía. Todo ello expresado en el desarrollo de una teoría y práctica educativas propias: asimiladoras de lo novedoso y desarrolladoras desde lo nacional, lo regional y local, con un sello propio y sentido creador.

Vale la pena reconocer que, en las diferentes formas educativas desarrolladas en Cuba, la educación se desarrolló con un fin ideológico de acuerdo a la naturaleza de estas, para contribuir al desarrollo del pensamiento cubano y una vía de influencia social. Esta característica, propia de la Ilustración cubana surgida en las últimas décadas del siglo XVIII, constituyó un movimiento teórico, científico, ideológico y cultural que dio vida a un proyecto de sociedad, resultado a su vez de la reflexión interna. Este pensamiento se hizo más fuerte porque los principales representantes de la Ilustración confiaban en la educación como el motor para la transformación social, económica y política, en contraste con la fuerte dominación de la iglesia católica, con su concepción del mundo escolástica. De ahí que en el contexto del proceso emancipador cubano se gesta una Pedagogía criolla, un modo de concebir la educación para Cuba y los cubanos.

En el siglo XIX, en el complejo proceso de relaciones políticas mediadas por el naciente pensamiento criollo vinculado en gran medida a la educación con una proyección social, se gestó un ideal educativo nacional consecuente con una necesidad histórica: la transformación social. Un sector pujante de la sociedad: los maestros, en posesión de sus planteles educativos, se adelantaban al abandono de la educación durante la colonia, que no fue hasta 1842, en que se implanta el sistema educacional, por lo que se enfocaron en la formación de conciencias para la libertad y la independencia. Ante la comprensión de la capacidad transformadora de la educación, la formación de seres humanos independientes, los colegios privados cubanos bajo la égida de las órdenes monásticas franciscanos, agustinos, dominicos, jesuitas, mercedarios, betlemitas (Chávez, 1996), con apoyo oficial y el empleo de una concepción educativa similar, ya representaban un factor de unidad.

En tales circunstancias el magisterio cubano de entonces, representado por los dueños de colegios y los docentes contratados básicamente, comenzó a evidenciar documentalmente los procesos gestionados en los planteles relativos a la enseñanza, la disciplina, las rutinas de la vida escolar, la evaluación, etc. Ante la acumulación de una variedad de fuentes de investigación histórica: documentos normativos propios del funcionamiento de las instituciones educativas en legajos y expedientes de archivos históricos de la nación; publicaciones seriadas en las que se revela el quehacer de personalidades representativas de la educación en la gestión de colegios, hechos y procesos educativos, en reposo en bibliotecas provinciales y municipales; directivos, maestros y estudiantes, sujetos que guardan testimonios de su paso por instituciones educativas, así como movimientos formadores del pasado, ya era justo pensar en cómo se debe potenciar la sistematización de la teoría y práctica educativas que enriquezcan la cultura profesional pedagógica cubana, el respeto al magisterio nacional y el compromiso con su continuidad y desarrollo.

Al decir de Felipe Pérez Cruz, en su tesis doctoral, la contribución histórica de la educación en Cuba con un enriquecimiento social, se realiza en dos dimensiones:

(…) como proceso objetivo en la determinación de premisas decisivas para la conformación y desarrollo dialéctico de un fenómeno histórico y, por la potencialidad que pueden tener los valores cognitivo y educativo de un acontecimiento, en el propósito de evaluar el presente, diseñar el curso de las acciones transformativas y pronosticar sus posibles tendencias… (Pérez, 2000, p. 8)

Lo dicho hasta aquí motiva a pensar en cómo operar con dichas fuentes del conocimiento histórico, con las evidencias que hacen del magisterio cubano, sus instituciones, educadores y movimientos formativos parte del sostén de la nacionalidad.

En segundo lugar, una mejor comprensión de los fundamentos teórico-metodológicos para el estudio de la historia de la educación en Cuba, implica el análisis de las expresiones que constituyen fuentes de investigación de los estudios histórico-educativos. La historia de la educación cubana entre finales del siglo XVIII y las dos primeras décadas del siglo XXI es herencia, ruptura y continuidad de un pensamiento filosófico cubano, cuyo proceso de profundización derivó hacia el desarrollo del ideal educativo nacional, el ideal de escuela cubana para los cubanos y la definición de una pedagogía cubana, entre sus principales asideros.

La aprehensión de las ideas filosóficas que calaron en las esencias del magisterio cubano, tuvieron como base las corrientes políticas y de pensamiento. Para comprender el desarrollo de la educación en Cuba desde las investigaciones histórico-educativas o sobre instituciones educativas en particular, se debe analizar el contexto filosófico, político y social sobre todo del siglo XIX y sus manifestaciones fundamentales. Estas ideas filosóficas constituyeron, a su vez, fuentes para el desarrollo de un pensamiento educativo cubano con matices muy particulares (Chávez, 1996):

-El reformismo: surge como resultado de los cambios económicos y sociales en Cuba. Luego de la Guerra de los Diez Años, una parte de la burguesía criolla además de caer en bancarrota, abandona las ideas progresistas y se afilia al partido Reformista.

-El independentismo: sus representantes pertenecían a un sector minoritario de la burguesía y otros sectores sociales fortalecidos durante las guerras por la independencia. Con la incorporación del pensamiento martiano, referente político-social, esta corriente se fortaleció hasta dominar el panorama político-ideológico de la época. De alcance nacional para la liberación plena e internacional con una dimensión latinoamericanista y antimperialista pasaría a ser la expresión del sentir como nación.

-La Filosofía Clásica Alemana: esta concepción filosófica influyó sobre todo en el pensamiento autonomista.

-El positivismo: fue la corriente de pensamiento de mayor influencia desarrollada en Cuba. Eran sus seguidores los representantes del sector más avanzado de la burguesía de finales del siglo XIX. Sus ideas se siguieron con pensamiento crítico para contextualizarlas a la realidad educativa de Cuba. Entre sus principales representantes estuvieron Enrique José Varona (1849-1933), Manuel Valdés Rodríguez (1849-1914) y María Luisa Dolz y Arango (1854-1928).

En esencia, en este panorama filosófico, político-social, se mantuvo la dominación de la Iglesia. A pesar del establecimiento de tres planes de estudio —1842, 1863 y 1880— (Chávez, 1996), el ideal educativo de la colonia se identificaba con “hacer almas y brazos dóciles” (p. 50).

Para el siglo XX, significativamente durante la segunda mitad, se identifica un período de la Historia Social de la Educación en Cuba, heredero y continuador de la tradición progresista del magisterio cubano. Con sus personalidades representativas, colegios, planes de estudio y las reformas correspondientes, publicación de textos para la docencia, reglamentos, la creación de sociedades, órganos de publicación, etc., representa la concreción del ideal educativo nacional: antecedente para el desarrollo de los profundos cambios educativos experimentados desde el 1ro de enero de 1959 (Mensaje educacional, 1960).

Resulta difícil realizar un análisis pormenorizado de cada expresión de los estudios histórico-educativos de los últimos 70 años que representa el desarrollo de la teoría y práctica educativa en Cuba. En aras de hacer más comprensible el contenido, con un enfoque didáctico, es posible identificar rasgos distintivos en la definición de categorías rectoras para el desarrollo de una investigación de carácter histórico-educativo y del estudio de instituciones educativas en particular. Dichos rasgos se manifiestan en las evidencias de hechos y procesos educativos circunstanciales, efectos de la política educativa, la docencia y los procesos de reflexión teórica como resultado de experiencias de la práctica pedagógica, entre los razonamientos más significativos. La determinación de los rasgos distintivos, se sustenta en tres criterios de selección, orientados a la búsqueda del ideal educativo nacional en la tradición progresista del pensamiento educativo cubano, el ideal de escuela cubana para los cubanos yel desarrollo de una pedagogía cubana.

Cada uno de estos criterios de selección derivan hacia la determinación de las tres categorías rectoras: ideal educativo nacional, ideal de escuela cubana y pedagogía cubana. En este proceso, es imprescindible reconocer los aportes de figuras representativas de la educación cubana, con una contribución a la historia social de la educación del siglo XX como Manuel Valdés Rodríguez (1849-1914), Enrique José Varona y Pera (1849-1833), Arturo Montori y Céspedes (1878-1932), Medardo Vitier Guanche (1886-1960) y Ramiro Guerra Sánchez (1880-1970), entre los más significativos. Dichas contribuciones, herencias del siglo XX, constituyen esencias de la educación cubana del siglo XXI porque generan nuevas motivaciones en la formación del ser humano. A su vez forjan nuevos momentos de ruptura y continuidad en el desarrollo de la educación cubana y permiten delinear una filosofía de la educación como ciencia identificada con la condición humana, la búsqueda de vías efectivas para aprender y por tanto cómo enseñar, el desarrollo del amor a la patria y el sentimiento nacional, desde lo que se gesta como ideal social y la lucha por alcanzarlo.

No cabe dudas que es necesario develar, sistematizar y fundamentar las prácticas educativas del pasado que tuvieron un impacto social en su contexto histórico y que en el siglo XXI representan el objeto de investigación, en sus derivaciones más representativas de la obra educacional cubana que nos sostiene y guía. De ahí que la historia de la educación es parte de nuestra cultura e identidad nacionales y la vía directa de entender los procesos de gestación, formación y desarrollo del ideal del maestro, de escuela y de educación en sus disímiles expresiones.

De modo que, en la necesidad de contribuir al fortalecimiento de las esencias de la nación cubana, desde la educación como una de sus conquistas, urge preservar las historias de las instituciones educativas del pasado y del presente (colegios, escuelas, subsistemas educativos, etc.). En ellas se identifican antecedentes genuinos de la educación cubana que arriba a la tercera década del siglo XXI con retos y desafíos en el contexto de un mundo globalizado, tecnologizado y asediado por la implantación de estereotipos de sociedades superiores y monopolizadoras de los medios de comunicación a nivel mundial.

En tercer lugar, no se trata de evadir el desarrollo contemporáneo y sus impactos en la educación al direccionar la investigación histórico-educativa a estudios distantes en el tiempo, cuyos objetos de investigación requieren de fuentes documentales y de la aplicación de métodos científicos muy específicos para fundamentar los hallazgos necesarios. Se trata de sistematizar el desarrollo teórico-práctico de la escuela cubana, las personalidades representativas y los movimientos formadores reconocidos como agentes y agencias socializadoras de la educación, especializados para la formación integral de niños, adolescentes y jóvenes.

Por solo considerar un ejemplo en este análisis, en las prácticas educativas y pedagógicas del pasado están las bases del proyecto institucional que se desarrolla en cada escuela cubana, cimentadas en la tradición pedagógica progresista nacional: las ideas de los maestros fundadores José Agustín Caballero, José de la Luz y Caballero, Félix Varela y José Martí. Esencia refrendada desde la concepción del Proyecto de Constitución (2019) como parte de los Principios de la política educacional, científica y cultural en los siguientes términos: “se fundamenta en los avances de la ciencia y la tecnología, la tradición pedagógica progresista cubana y la universal) (ANPP, 2019, p.15).

En cuarto lugar, la preocupación por sostener en el tiempo una práctica investigativa, tanto en la gestión de proyectos como de tareas de investigación que contribuya al reconocimiento de la historia de la educación cubana como una parte importante del patrimonio inmaterial que sostiene a la nación, me ha llevado a sistematizar algunas áreas de impacto de los campos de investigación estudiados en la formación del profesional universitario.

En la Universidad de Matanzas existe una tradición renovada en el desarrollo de los estudios histórico-educativos. Sus orígenes como tendencia investigativa se remontan a la década del 90 del siglo XX. Estos constituyen una muestra del potencial científico-investigativo que atesora dicha institución y una fortaleza en el área de los Estudios sociales y humanísticos de la educación.

La creación de un nicho de fundamentos teórico-metodológicos (Pestana, Martínez, Rodríguez y Quintero, 2018; Pestana, 2018; 2021; 2022a; 2022b; Pestana y Martínez, 2021), resultante del quehacer de un colectivo de profesionales enfocado en el desarrollo de investigaciones cualitativas que revelen diferentes aristas de la tradición progresista del pensamiento educativo cubano, constituye un aspecto medible del impacto en la formación académica de posgrado, con énfasis en la formación doctoral en Ciencias de la Educación (Rodríguez, 2017; Quintero, 2018; Aguilar, 2019; Secada, 2020; Sosa, 2021).

Dichos resultados formaron parte de la tarea de investigación Estudios históricos acerca de la educación y el pensamiento educativo en Cuba y Matanzas (2017-2021), la cual respondió a demandas de la práctica social y la práctica pedagógica expresadas en los siguientes problemas profesionales a los que se le dio solución:

-Profundización en el estudio de personalidades, hechos, procesos, movimientos formativos significativos e instituciones educativas y sus contribuciones al sistema educativo cubano.

-Innovación e introducción de los resultados científicos correspondientes en la formación de los profesionales universitarios en Matanzas.

En quinto lugar, y más recientemente, como parte del accionar de la línea de investigación, Perfeccionamiento del sistema educativo cubano (Pestana, 2023), gestionada desde el Centro de Estudios Educativos (Cened) de la Universidad de Matanzas, se trabaja en la elaboración de un texto titulado Los estudios sobre instituciones educativas: fundamentos teórico-metodológicos, sin la pretensión de abarcar todas las aristas que implica el estudio integral de una institución educativa en su contexto histórico con la participación de los agentes socializadores de la educación que la integran, se traza el punto de partida en el abordaje de un vacío teórico-metodológico de los estudios histórico-educativos.

El texto cuenta de tres capítulos. El primero: Acercamiento a los fundamentos teórico-metodológicos para el estudio de las instituciones educativas. Una necesidad para los estudios histórico-educativos del siglo XXI. El segundo: Metodología para el estudio de instituciones educativas. El tercero: Contribución social del estudio de las instituciones educativas. El objetivo que se persigue con esta obra es contribuir a la estimulación de maestros, investigadores de la cultura, las humanidades, las ciencias de la educación y principalmente profesionales en formación de las ciencias pedagógicas al desarrollo de investigaciones sobre instituciones educativas.

Los autores poseen experiencia en el desarrollo de estudios histórico-educativos como parte del proyecto de investigación Estudios históricos acerca de la educación y el pensamiento educativo en Cuba y Matanzas, iniciado en la Universidad de Matanzas en el año 2017. Como parte de la actividad científica del mencionado proyecto devenido en tarea de investigación, fueron autores del resultado científico Las investigaciones histórico-educativas. Especificidades, teoría y práctica (2018). Cuentan con varios artículos publicados en revistas y en libros de la Red Internacional de intercambio científico REDIPE. En el año 2019 obtuvieron la Beca de Investigación de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba con el proyecto editorial La educación en el proyecto político del autonomismo cubano (1878-1898), entre otros resultados.

En sexto lugar, es una necesidad innovar en las investigaciones histórico-educativas. El efecto transformador en la práctica se expresa tanto en un cambio innovador al enfrentar el proceso investigativo, en su concepción y desarrollo como en la producción de conocimientos, fundamentalmente con el empleo de la sistematización como método, método y resultado o resultado, ya sea contribución a la teoría o aporte práctico –significación práctica- que permite transformar desempeños y modos de actuación. Es necesario estructurar un proceder investigativo articulador de aprendizajes teóricos y representaciones del cuadro del mundo de un contexto histórico determinado. De igual forma, debe ocurrir el planteamiento de asimilaciones teóricas y prácticas en forma de relaciones sociales mediadas por la impronta de una institución educativa en el contexto nacional, provincial, territorial, local, etc.

En el área del conocimiento de las investigaciones sobre las instituciones educativas, se carece de trabajos de perfil metodológico integral que ofrezcan un método o metódica específicos. Aunque se reconocen algunos esfuerzos en este sentido, ellos se imbrican en el estudio de la educación cubana o la escuela cubana con un carácter genérico, mas no se detienen a precisar acciones a seguir, metodología, concepción u otra variante de resultado científico que implique una modelación de este tipo de estudio y sus especificidades en el contexto de los estudios histórico-educativos.

Desarrollar esta tarea implica explorarla heterogeneidad de instituciones educativas que han existido en Cuba. Se trata de establecer denominadores comunes, claves que permitan estudiar una institución educativa en su integralidad o en las variantes necesarias. De ahí que reconozco la producción de nuevas interrogantes que motivan nuevas indagaciones ¿Para qué se fundamenta científicamente un estudio histórico sobre instituciones educativas? ¿Cómo se han desarrollado algunas posiciones epistemológicas respecto a la innovación en la escuela, en la investigación educativa, en los estudios sobre instituciones educativas? ¿Cómo se concibe y planifica la innovación en la investigación histórico-educativa? ¿Cómo contribuyen las investigaciones sobre instituciones educativas a la innovación social? Todo ello en contrate con los ejes estratégicos y sectores priorizados de la política científica en el país (PCC, 2017).

Las ciencias de la educación y las ciencias pedagógicas contribuyen a sustentar la necesidad, actualidad e importancia de esta área del conocimiento de acuerdo al contenido que se investigue y su naturaleza sobre la historia de la institución educativa correspondiente. Sin embargo, no es posible desarrollar una fundamentación científica sin pensar en cómo garantizar la innovación en la investigación educativa. De ello depende, en gran medida, no solo la calidad del resultado que demande, sino la pertinencia de la investigación como punto de partida para cambiar modos de actuación de estudiantes, docentes, directivos, investigadores, etc. Además, toda investigación sobre estudios histórico-educativos e instituciones educativas en particular, al concebirse desde la innovación, es consecuente con el llamado realizado por el presidente cubano Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, sobre la necesidad de producir contenidos nacionales que robustezcan la sostenibilidad del proyecto social cubano, de sus raíces históricas y del respeto a la identidad nacional en cada uno de nuestros ámbitos de acción.

Notas

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