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La poética de Bélgica Quintana: una mirada desde su estética y la ceremonia pura de sus palabras
The poetry of Bélgica Quintana: regards from her aesthethics adn the pure ceremony of her words
Entretextos, vol. 17, núm. 32, 2023
Universidad de La Guajira

Argumentos

Entretextos
Universidad de La Guajira, Colombia
ISSN: 0123-9333
ISSN-e: 2805-6159
Periodicidad: Semestral
vol. 17, núm. 32, 2023

Recepción: 15 Agosto 2022

Aprobación: 10 Noviembre 2022

Todo lo publicado por revista Entretextos puede ser utilizado por cualquier medio respetando los términos de la licencia con la cual se publica.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Resumen: Bélgica Quintana es una poeta colombiana. Su voz de mujer llega como aliciente intimo al ejercicio espiritual de las letras. Su obra poética La edad de mi sombra, primer libro de poemas se inclina por arraigarlo todo, arriesga lo que queda de ella, lo que la vida le ha dado y la ha llevado a trajinar con el trascurrir de los días, de los soles, las lunas y los años.

Bélgica Quintana es una poeta colombiana. Su voz de mujer llega como aliciente intimo al ejercicio espiritual de las letras. Su obra poética La edad de mi sombra, primer libro de poemas se inclina por arraigarlo todo, arriesga lo que queda de ella, lo que la vida le ha dado y la ha llevado a trajinar con el trascurrir de los días, de los soles, las lunas y los años. Sus poemas son leves y profundos. Poemas que nos recuerda al poema Canción de la vida profunda de Porfirio Barba Jacob: “Hay día en que somos tan móviles, tan móviles, como leves briznas al viento y el azar. Tal vez bajo otro cielo La Gloria nos sonríe. La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar. Y hay día en que somos tan fértiles, tan fértiles como en abril el campo, que tiembla de pasión: Bajo el influjo próvido de espirituales lluvias, el alma está brotando floresta de ilusión”.

Se puede decir que su poesía se apropia o se transfigura del surrealismo de su obra pictórica. Bélgica tiene unos poemas de corto aliento como el cáliz íntimo de un veneno poderoso, sus poemas son sobrios, breves metáforas que revelan imágenes acaso oníricas o metafísicas de lo cotidiano. Poemas parcos que nos describen la paleta de sus colores, la abstracción de sus silencios y lo sapiencia humana de lo vivido. Su ingreso al grupo literario el Solar se dio al inicio de los años 2000 y así fue creciendo en su dimensión poética publicando primeramente en cartillas literarias del Grupo Literario El Solar en 2004 donde destacó el siguiente poema:

“Pintor: Danza la sombra/ En el contagio/ De una naturaleza soslayada/ Una regla del destino/Traza/secreta el alma: Signos hechos en el exilio/ Confía en el tiempo/ Ligando a la luz/De la identidad perdida/El color de los reflejos”. Luego para 2006 publica en el volumen poético “Los hijos del pez, Doce errancias por una Guajira Luminosa” donde destacó la siguiente imagen: Escribo al poema secreto/ de la fugaz memoria/ huyo con fuego/ en la curva enloquecida. Luego en 2020 publicó en la Antología Septentrión - Antología de la poesía en El Solar.

Al leerla nos damos cuenta que su poesía tiene una cierta influencia en grandes poetas como José Asunción Silva, Porfirio Barba Jacob, Alejandra Pizarnit, Jorge Luis Borges, Vicente García-Huidobro, Eugenio Montejo, Alfonsina Storni, Giovanni Quessep. Su metáfora aborda silencio, poemas cortos con motivos verbales casi abstractos donde se tiene fe en ese futuro incierto, lo vivido y la muerte son temas reiterados en su poesía y que llevan a una constelación de imágenes y experiencia de los abriles. La vida, lo existido, ella, la poeta va a la metáfora de la purificación, ya nada es perdido en su obra. La poeta Quintana canta y celebra la vida, es casi nada lo que tiene que esperar, lo sagrado del lenguaje estas en sus poemas como una sentencia: cualquier día/ puede ser el día / la sombra / mi cuerpo/ el ánimo de andar/ por el camino que /conduzca a la vejez

Su estética en entonces un protocolo de despedida, ella opta por salvar la palabra, por salvarse y dejar un legado poético a las próximas generaciones. Como todo poeta tiene sus obsesiones. Su ceremonia pura es con la palabra vejez, con el verbo andar y con los colorazul de su mar y cielo inmenso. Bélgica es un ser tranquilo, nada le perturba, ya vivió todas las etapas de un ser humano. La libertad, la inmanencia de la muerte, el tiempo que correo la memoria, la vida y su filosofía están en su estética vital como lo vemos en el siguiente poema: Estoy guardando /recuerdos/ Difícil es venir / sin las reglas de la vida. / Está aquí la realidad, / ese baúl de lo que hacemos.

Su atmosfera poética es universal no necesita de muchos objetivos para embellecer la tarde. Su voz es cándida y limpia como los manantiales que nacen en la Sierra Nevada. No tiene afán de aparecer y mostrarse en este mundo convulsionado de redes y autoelogios porque ha comprendido que ya es y que sus poemas son claros como el reflejo de la luna del primer Adán.

Quintana llena su construcción de insinuaciones, de detalles de lo cotidiano y lo efímero del amor, cada imagen lleva su propia profundidad, imágenes que se edifican en el tiempo presente, se edifican en el brío de las horas, lo que nos permite establecer una conexión con su existencia, por su paso entre los humanos. Su palabra muerde cuando la leemos a solas, cuando la leemos en silencio, cada metáfora tiene su caída en lo más insondable del ser, como decía Martin Heidegger: ¿Por qué hay Ser y no más bien Nada? Leamos el siguiente poema donde se refleja su existencialismo: Desde el centro del grito /oigo el paso de las sombras / como celebrando un culto o el funeral / de un dios de la calma que peregrina por caer sobre la tierra

Su opera prima obedece a una necesidad de existir. De seguro Bélgica bebió del existencialismo el surrealismo. Apuesto a ciegas que saboreó la poesía de Alejandra Pizarnik esa gran poeta argentina cuando proclama en su poema Despedida: Mata su luz un fuego abandonado. /Sube su canto un pájaro enamorado. / Tantas criaturas ávidas en mi silencio y esta pequeña lluvia que me acompaña.

El crepúsculo de su vida como tema que apunta a mostrar la edad de la sombra es esa poesía que se nos revela hoy y nos muestra su yo lirico, un yo que se convierte en un nosotros. Cuando nos dice: canto, río: nada ha pasado sólo el tiempo que de la realidad descuelga.

Sus poemas construyen lo subjetivo de lo humano y nos lleva o más bien nos permite indagar por la esencia de los hechos, el tiempo inexorable e inefable de las etapas de la vida. Su metáfora, su voz, la melodía de sus poemas nos explican que la vida tiene sentido, que nunca es tarde. Que cada palabra, cada acto humano deja huella en el tiempo, como vehículo de lo vivido. Así nos los muestra en el poema: En el vacío se siente latir calla el espíritu se agrieta la mirada languidece y se fuga otro recuerdo ayer fue sólo un día por preguntar cómo cuándo te vi La edad de mi sombra.

La poeta expresa su subjetividad, expresa su manera de ser así misma, yo autobiográfica conocedora de la tradición universal de la poesía, su poesía es una autoetnografía, para decir más con menos palabras y eso es lo se abona a la poeta Bélgica Quintana. Así como suena Bélgica Quintana puesto que los poetas no somos de nadie. Tal vez seamos de la noche y sus misterios, de las estrellas y su efímera luz de otros milenios. Cada poeta es la palabra que profesa, cada poeta es el orfebre de su propio oro que son palabras. Las palabras son oro así lo afirmaba Neruda en su libro Confieso que he vivido (Con el perdón de los americanistas) Se llevaron el oro y nos dejaron el oro/ se llevaron todo y nos dejaron todo/ Nos dejaron las palabras. La poesía de Bélgica Quintana deja un legado y una posibilidad que tenemos como lectores de sumergirnos en la alteridad de su mundo posible.



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