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Educación comunitaria universitaria y saberes ancestrales: resignificar lo que somos

Comunity universitary education and ancetral knowledge: resignify what we are

José Gregorio Lemus Maestre
Universidad de Oriente, Venezuela

Entretextos

Universidad de La Guajira, Colombia

ISSN: 0123-9333

ISSN-e: 2805-6159

Periodicidad: Semestral

vol. 17, núm. 32, 2023

entretextos@uniguajira.edu.co

Recepción: 15 Agosto 2022

Aprobación: 10 Noviembre 2022



Todo lo publicado por revista Entretextos puede ser utilizado por cualquier medio respetando los términos de la licencia con la cual se publica.

Resumen: La investigación que se presenta es producto de la línea de investigación: Integración Comunitaria, Pedagogía y Evaluación en la formación de profesionales. Se analiza la resignificación de lo que somos desde la relación Educación Comunitaria Universitaria y los saberes ancestrales. Acudo a los transmétodos de la investigadora Milagros Elena Rodríguez, homenajeada en la presente revista, esta vez con la hermenéutica comprensiva ecosófica y diatópica en los momentos: analítico, empírico y propositivo. En el momento propositivo conclusivo se conjuga la hermeneusis del autor con la interpelación a la luz de lo que nos han hecho creer lo que somos, y de la liberación en todo sentido que impregna la Educación Comunitaria Universitaria-saberes ancestrales.

Palabras clave: educación comunitaria universitaria, saberes ancestrales, integración, resignificar.

Abstract: The research presented is the product of the research line: Community Integration, Pedagogy and Evaluation in the training of professionals. The redefinition of what we are is analyzed from the relationship between Community University Education and ancestral knowledge. I turn to the transmethods of the researcher Milagros Elena Rodríguez, honored in this magazine, this time with the comprehensive ecosophic and diatopic hermeneutics at moments: analytical, empirical and purposeful. In the conclusive propositional moment, the author's hermeneusis is combined with the interpellation in light of what they have made us believe what we are, and of the liberation in every sense that permeates the University Community Education-ancestral knowledge.

Keywords: university community education, ancestral knowledge, integration, resignify.

Momento transmetodológico. El transmétodo y las necesidades del reconocimiento de los saberes ancestrales en la Educación Comunitaria

Pensar lo comunitario nos lleva al rescate del ser humano en sus más nobles esencias, esas que nos indican que él es un entre entrelazado en un cumulo de acontecimientos naturales que despliegan el desarrollo de su humanidad y su existencia. Vamos e insistimos en el pensamiento de ese rescate humano, sensibilidad de carne y sentimientos, que el ser a alejado de si, bien por decisión personal o por un vivir sobreviviendo. En este último, se encaja dentro de patrones sociales que lo alejan muy pero distinto de la sensibilidad humana, con una impresión de superioridad no solo de sus semejantes sino de la propia naturaleza, con un accionar que evidencia que su irrespeto a la tierra madre va en aumento.

Ese ser humano queremos hacer nuestro hincapié no para atormentarlo o llevarlo a nuevamente a patrones que debe seguir, sino al rescate se su sentipensar como hijo natural del sistema ecológico y social, un ser en existencia plena, con posibilidad de voz, decisión y aportes sustantivos que permitan a las sociedades avanzar cada vez más.

En consecuencia, se habla de un ser capaz de pensarse en el mundo dinámico y cambiante que está involucrado, lo que ha realizado para que esté espacio sea productivo y como ayuda a los demás con quiénes convive a tal fin. Pero allí debemos hacer un alto, nos interrogamos ¿un ser colonizado puede hacer un movimiento que lleve a tramas liberadoras? Al rescatar su valor cultural, social y en general ancestral de su comunidad tendremos que pensarlo muy bien pues las mentes colonizadas poco nos han demostrado avances sustanciales en materia comunitaria y cada vez encontramos resultados más preocupantes.

Por otro lado, en la crisis de las consecuencias descubiertas y opresivas del ser humano la Educación Comunitaria es una necesidad “en horizontal función de derechos y deberes, donde se rescata al individuo con su relación con el entorno natural, con sus congéneres y la construcción de la historia sociocultural, reconocerse entonces como seres cargados de historia y con compromisos históricos” (Lemus, 2020a: 3). Pero está lejos en la práctica que se den esas excelencias.

Muchas veces lo poco desarrollado de la Educación Comunitaria en general no considera en toda su decolonialidad a los saberes ancestrales. Pues, el saber-hacer de los pueblos originarios y populares

(En el mejor de los casos) es considerado como “saberes previos”, pero no como un “saber otro”, diferente y valioso en sí. Se suma a lo señalado la opinión de los comuneros de que lo que se enseña en la escuela es poco útil para la vida. Se frustra, por esta vía, el diálogo que tiene como precondición la equivalencia y justicias cognitivas (Santos, 2007: 11).

Nótese que cuando consultamos las concepciones de los saberes ancestrales, sus mismas conceptualizaciones evocan una exclusión, minimización y colonialidad: saberes construidos en la praxis vital comunitaria; no por autores individuales identificables que se les asigne por derecho un autor, que son conservados y recreados por los ancianos de las comunidades o pueblos; se consideran no expertos, jamás se piensa que son intelectuales o que estén formados; se asume que los saberes ancestrales son guardados y transmitidos de generación en generación oralmente; no por escrito, y con ello apuestan a que no son confiables para las ciencias coloniales; se asume que son de comunidades, pueblos y nacionalidades de aborígenes y negros, en que se destaca el rol de las mujeres; no de blancos y hombres; y, lo principal, no validados (Estermann, 2006) (Suárez-Guerra, 2019).

Sin duda, son desmitificados e indignos de transcender y ser legalizados por la opresión cognitiva y epistemológica. Sin duda son consecuencias indignas de una opresión legalizada en 1492 con la invasión al Sur; y ya había ocurrido en otros países, acciones fruto de un acto de fuerza genocida, irracional, cruel y cínico (Dussel, 1994). Son accionares que se siguen mutando en la colonialidad global que permea la vida del ser humano y su mutilación.

Acudo a los transmétodos para dignificar la vida del ser humano y su relacionalidad planetaria. Por ello, con Milagros Elena Rodríguez, homenajeada en la Revista Entretextos, con un volumen titulado: Milagros Elena Rodríguez. Matemático con alma compleja y sentipensar decolonial planetario, la creadora de dichos transmétodos que tienen transcendencia decolonial planetaria y compleja; en dicho homenaje hablaba, en primera persona, de la transmodernidad en voz y vestido de mujer (Lemus, 2022) para referirme a la transcendencia del legado en decolonialidad planetaria de dicha investigadora. Entre ellas el transmétodo la hermenéutica comprensiva, ecosófica y diatópica (Rodríguez, 2020a).

Los transmétodos deconstruyen los métodos coloniales e impositivos como definitivos y en una conjunción la hermenéutica comprensiva con “la ecosofía alcanza imaginarios en los seres humanos, previendo un modo de estar en el mundo, de percibirlo desde saberes ancestrales de nuestros aborígenes, con un cambio en las acciones y una conciencia que favorezca la unidad en la vida” (Rodríguez, 2022a: 48). Aunadamente “la diatopía imprime la minimización del pensamiento abismal impuesto por Occidente, de este lado del planeta en el Sur desde la masacre iniciada con la invasión en 1492. Esa conjunción de los topoi acerca con la natura de su existencia” (Rodríguez, 2022b: 649). Esos topois como Educación Comunitaria-Saberes ancestrales, ser humano-saberes ancestrales, resignificación del ser-saberes ancestrales; entre otros son objetos de comunión con dicho transmétodos, como lo veremos en el discurso.

Uso la hermenéutica comprensiva ecosófica y diatópica en los momentos de Santos (2003) tal como lo hace la creadora de dicho transmétodo pasando por los momentos analíticos, empíricos y propositivos. Que como expresa dicho transmétodo, acá desde este momento al siguiente analizo obras de renombrados autores y comparo con mi experiencia en el campo de la Educación Comunitaria Universitaria en los momentos analíticos – empíricos. Luego en los dos últimos momentos voy a la hermeneusis de mi ser, desprendiendo me los autores para los aportes finales, por ahora en la indagación para seguir construyendo, en la mencionada línea de investigación.

Muy emocionado en el discurso de mi vida universitaria me permeo de lo comunitario para resinificarnos a la luz de los saberes ancestrales que nos permiten “una conciencia que favorezca la unidad en la vida; para ello el amor y la sensibilidad deben ser el centro del accionar, en pro de la preservación de la unidad, valorizando las culturas, profundizando el saber ecosófico en la búsqueda de una con-formación del ciudadano docente de excelencia” (Rodríguez, 2022a: 48). Seguimos esgrimiendo el discurso con el momento analítico – empírico ya comenzado en el presente.

Momento analítico - empírico. El divorcio del ser humano de los saberes ancestrales mediados por el reduccionismo

La educación hoy más que nunca, vive un proceso de revisión del tratado humano que se realiza a través de ella, en un momento epocal donde la vulnerabilidad de los sujetos ha quedado demostrada ante una pandemia que impacta esa vulnerabilidad, los modos de vida que se han asumido y, que el proyecto modernista-colonial ha alimentado en una constante competencia irracional de los unos con los otros, incorporando patrones de comportamiento antiecológicos, binarios, soslayadores, que erosionan al sujeto y su identidad como ser existencial, destrozando no solamente los sistemas emotiespirituales de sus congéneres, sino lo que acontece en la vida misma “y esta civilización la que hoy aporta más efectos negativos que positivos, quien necesita una reforma, esto es una política de civilización” (Morín, 2008: 143).

El proyecto colonial (Quijano, 2000) (Rodríguez, 2020b) ha permeado nuestros espacios educacionales e impactado profundamente nuestros sentimientos y valores, pero hay que reconocer como ha señalado Álvarez (2020), que la vida es superior a todo proceso, porque lo importante es saber vivir, con emoción, con pasión, verdadero valor y dignidad, pues lo que nos reconocerá luego, es ese legado que dejamos en la vida, y es allí, donde apunta la educación universitaria hoy en la transmodernidad, repensarnos en la trama relacional de vida que se desarrolla, no solo dentro de los espacios universitarios, sino en todos los territorios de nuestra existencia, con nuestro trabajo, producción y relaciones.

Un docente universitario, en ese entendimiento de comprensión de vida en acción, debe reflexionar que su peregrinar académico debe tocar el corazón de sus estudiantes y sus colegas, para que se desprenda en ellos, una actitud clara de interacción y participación social protagónica, para abonar en los otros seres, ese entendimiento del valor de vivir, producir y actuar sustentablemente con el planeta y con y los otros. Hacer claro su mensaje que todo ser existencial es importante, valioso y tiene muchas cosas que ofrecer, pues en cada uno de sus estudiantes, está la posibilidad de levantar una nueva voz en los territorios y pueblos que conforman el Sur y todo el movimiento planetario ¿y la actividad universitaria? Está vacía, llena de aforismos de los ancestral y comunitarios, pero en la formación y práctica deja mucho que desear.

La vida universitaria debe estar en un ejercicio pleno de asimilación de esa vida productiva, fractálica, dinámica, porosa que le permite a esos sujetos de vida, entenderse aún más en su viaje humano. Pues la actividad universitaria es parte de él, de su misma constitución y policromía existencial. En esto, hay que reconocer el rescate de una educación humana, creativa, estimuladora, sensible que permita desatar y desbloquear la voz que ha sido secuestrada por muchos años por el proyecto modernista-postmodernista y devolverles a los pueblos su felicidad, dignidad y auténtico valor; “imprescindible dentro de y para las luchas sociales, políticas, ontológicas y epistémicas de liberación (…) subvertir la colonialidad” (Walsh, 2017: 13 - 18).

Entre esas luchas sociales los saberes ancestrales en la vida universitaria han dejado muchos espacios intactos, encubiertos amargamos de lo científico, colonizados sin menos cabo del desprecio por lo ancestral, por lo nuestros; en ese sentido “los saberes ancestrales no sólo evocan el pasado de una civilización, sino que representan un presente de prosperidad y florecimiento de la humanidad que la colonialidad global se empeña en destruir a favor de la explotación” (Rodríguez 2022a: 88). Y resignificar la Educación Comunitaria Universitaria es resignificar a los saberes ancestrales en el rescate de la dignidad del ser humano, de su arraigo a la patria y a su civilización con un pie en su comunidad y una en la patria, en la nación en el amor por la humanidad.

Es sin duda en medio de la crisis colonial de la Educación Universitaria, y de todos los niveles que vayamos a favor de la recivilización de la humanidad, debemos caminar un nuevo horizonte de sentido histórico: defensa de la vida tierra, (des)colonialidad del tiempo y del saber en las resistencias ancestrales de Nuestra América (Arce, 2020)

Sin duda desde lo comunitario y los saberes ancestrales la necesidad de un cambio en la educación universitaria debe apostar de igual manera a otro movimiento de complejidad social, que puede llevar a generar un estado de democracia donde se tiene claro que como ciudadano del mundo planetario se tiene una responsabilidad social mientras se transita en un marco de interacción comunitaria en horizontal función de derechos y deberes, donde se rescata al individuo con su relación con el entorno natural, con sus congéneres y la construcción de la historia sociocultural, reconocerse entonces como seres cargados de historia y con compromisos históricos (Lemus, 2020a).

Es de reconocer que “los saberes ancestrales nos alimentan de ecosofía y diatopia, al mismo tiempo del respeto a la profunda diversidad de los saberes ancestrales en los que todos podemos aportar a la dignidad humana” (Rodríguez, 2022a: 56); por ello para repensar lo que hasta ahora se instaura como posibilidad de desarrollar programas formativos, que permitan a los sujetos que se están formando, pensar en una práctica profesional comunitaria decolonial a la intervención de esos asuntos que plantean una práctica colonizadora de los sujetos, “no podemos de ninguna manera asumir que se forma un docente con visiones transformadoras bajo la misma opresión y por eso, se hizo necesario irrumpir en los mecanismos opresores que se desarrollan en la universidad para poder encararla con caminos a una metamorfosis de esa práctica” (Lemus, 2020a: 4).

Un educador universitario, con pasión suficiente, debe estar de forma inacabada en un pensar-reflexionar, sobre cómo puede alcanzar sobre su transcendencia como educador, y más aún en la dinámica universitaria, pues, debe revisar cómo va ocasionando el impacto en el crecimiento de sus estudiantes, colegas y, comunidades científicas y de producción; pues “no hay reforma política sin reforma del pensamiento político, el cual supone una reforma del pensamiento mismo, que, a su vez, supone una reforma de la educación, que conlleva una reforma política” (Morín, 2011: 38). Por eso, debe ser menester, revisar si ese pensamiento, está posibilitando el cambio en los estudiantes, si en verdad esa actividad de pensamiento le lleva a esas personas a entenderse, comprenderse, interactuar en el mundo de vida y proyectarse en ese mundo amplio, heterogéneo y dinámico en el cual él o ella es importante.

Pero lo más importante, el amor a la sabiduría, la pasión que el docente está logrando con su didáctica, investigaciones o praxis; si eso está ocurriendo, debe estimularlo a la búsqueda de otras alternativas cada vez más superiores, que le permitan engrandecer más su labor, su desarrollo personal y profesional, por eso, la actividad de educar debe ser vista no como un fenómeno vertical, sino horizontal, donde la historia y en ella la universidad, se recreen desde otro pensar, otras formas de crecimiento emotiespiritual-profesional, desde las cuales se repiensan la investigación, docencia y extensión.

Hoy más que nunca, el docente universitario, en su diario vivir, debe estar cargado de un ejercicio permanente de pensamiento-sentimiento, el pensamiento cómo práctica de existencia que lleva a ocasionar la búsqueda constante de la historia y del porqué de las cosas, la resolución de problemas que son dado por esas cosas o fenómenos, no para estar banalmente en la vida, sino comprometido en la vida, para originar aportes sustantivos desde su existencia, o sea, el docente aportando, cada vez más y mejor; , por eso el sentido planetario es una visión de rescate hoy más que nunca en la profesión docente universitaria, “lo político en la era planetaria, (…) en sus dimensiones humanas fundamentales: de ahí surge el concepto de antropolítico” (Morín, 2011: 12).

El docente, como ser antropolítico, se ve como urgencia en la trama universitaria, en conjunto con los territorios venezolanos y planetarios, pues su práctica ha cedido a simples rituales de obediencia colonial que han consumido a la población a la sumisión y desapropiación personal. Los sujetos en consecuencia en la universidad venezolana han sido dirigidos hacia una dependencia colonizante que hay que pulverizarla, para ocasionar con esas cenizas el renacer de un nuevo sujeto social, empoderado, comprometida con la tierra patria y su futuro ecológico, espiritual, social, económico y político.

Es así, como uno de los grandes retos que se establecen hoy a la docencia universitaria, es ver a través de las fluctuaciones fractales al mundo y de allí que se deba tener claro que no hay parcelas del conocimiento aisladas y atomizadas, sino más bien parcelas porosas, íntimamente relacionadas para la asistencia de lo humano, esto desde un ejercicio antropolítico transcomplejo, pues como advierten los legendarios investigadores de la complejidad Morín y Kern (2006) la “política se vuelve, sin quererlo y muchas veces sin saberlo, una política del hombre” (p.159). Seres capaces de entender su papel en las sociedades y su devenir y el requerimiento de una profunda preparación personal y profesional, para poder entender la vida y lo que en ella ocurre.

Ser docente en la universidad, lleva en consecuencia, rescatar el sentido ecosófico y antropoético de su profesión, que hoy se encuentra con mucho problemas; no se sabe el lugar y el compromiso que se tiene con la tierra patria, con la conservación de la naturaleza, con la preservación de los recursos naturales sin afectar a las generaciones siguientes, se refiere a que no se sabe, pues las evidencias que se ven de desastres naturales, mayores deteriores de los recursos naturales, aumento de las condiciones que atentan con el planeta son cada vez mayores y, no hay respuestas claras por parte de la comunidad de investigadores o científicos para atender el desastre del mismo ser humano.

Al comprender que no hay acciones contundentes para afrontar y minimizar la afectación del equilibrio natural, está claro que las acciones antropoéticas y ecosóficas son por los momentos agendas de compromiso, de convocatorias para que los seres humanos se repiensen en la vida, la profesión y el futuro por venir. Es por eso, que la actual dinámica social y universitaria plantea como reto comprender a lo decolonial. Se debe impactar el pensamiento, en desmoronar el proyecto iluminista, eurocentristas, que ha colmado la vida y las percepciones de los pueblos del Sur, es un compromiso que se presenta desde la docencia universitaria y que se aborda en el presente estudio, con profundo compromiso y esperanza.

Hay una clara posición desde lo que el autor presenta como trabajo de investigación, para incitar a los lectores a entenderse, en ese modelo de pensamiento que ha establecido reglas, principios, normas y verdades absolutas que no pueden ser discutidas ni cuestionadas sino memorizadas y explicadas como han sido creadas y regaladas. En reconocerse, parte del pensamiento de nuestros pueblos que han sido parcelados, atomizados, reducidos, invadidos en las diversas formas de enseñar y de aprender, desde que enseñar y cómo enseñar por eso la “colonización global impone también nuevas maneras de vivir, de producir y de pensar” (Skovsmose y Valero, 2012: 27).

Lo anterior, propone una idea clara, que los autores se reconozcan y entiendan como seres colonizados, no para sentirse menospreciados, humillados y descalificados, sino todo lo contrario, entender que sus pensamientos han sido invadidos por un ideario soslayador que no le pertenece y que no le es propio y al cual, debe hacerle frente, para originar en nuestras tierras y pueblos el resurgimiento de nuestras verdaderas raíces, historias, culturas e identidades, rescatarnos como sujetos de una gran país y de un gran legado liberador, encontrarnos con nuestro verdadero sentimiento patrio como latinoamericanos; hombres y mujeres de gran valor, esperanzas, sentimientos y luchas heroicas que han marcado pautas históricas.

Es lamentable como las universidades, en particular las venezolanas, han actuado desde un acontecer colonial soslayador imponiendo una educación alienante residida en la memorización pasiva y la reproducción vacía (Solano, 2015). De esa receta mecanicista sigue llena las universidades y esto, es a donde nuestro pensamiento no puede eludir el desafío transcomplejo de decolonizar nuestras mentes, nuestras acciones y nuestros haceres; resulta complejo pero no imposible de asumir y esta es la tarea que desde la investigación, el autor ha pretendido asumir con este trabajo de investigación; para recuperar a la educación universitaria como escenario de construcción de la misma humanidad.

Un proceso que va en contra de la opresión por otro de libertad, donde se recuperan las bases humanas de la enseñanza y se enrumbe procesos claros de quiénes somos y cómo podemos llegar a reconstruirnos desde nuestro legado ancestral soterrado, desde nuevos lenguajes y una nueva lingüística que rescate nuestro saber y reivindique al Sur y a Occidente en combinación con nuevos haceres más humanos, más de pueblo. Esta última idea aproxima, que lo decolonial no execra lo que ha pasado, sino como memoria histórica sirve como base para enfrentar el presente y propone nuevas rutas y posibilidades para el futuro, y por supuesto, seguir construyendo historia.

Descolonizar la vida universitaria, pues se debe atender una nueva visión de la universidad desde lo complejo, transdisciplinar, deconstructivo, ligado, transversal y humano. Se trata en consecuencia en reconsiderarnos ante el mundo como seres históricos, constructores de humanidad y ante eso una actitud clara y contundente, de rechazo a toda forma de opresión y soslayación, esto reiterado de forma permanente; y que debe dar cuenta de un proceso deconstructivo desde el currículo, las normas, los planes, propuestas evaluativas, formas didácticas y todo aquello que dé posibilidad al docente universitario de un ejercicio antropoético.

Así mismo sabemos que “no se pueden dar los cambios y transformaciones necesarias sin una praxis política transformadora y descolonizada, que en las mentes colonizadas y colonizadoras en imposible, se debe ir a desde el pensamiento del Sur, mostrar desde allí al Norte otra forma de vivir sin soslayación” (Rodríguez, 2020c: 127), esto sin duda, conduce a repensarnos a nosotros mismos como personas humanas que formamos humanos y el aporte que estamos dando, que podemos dar para que nuestro país y nuestra gente logren transcender.

Ya Lemus (2020a) señala que esta actitud debe estar íntimamente conectada con el pensamiento subversivo, con la deuda con la tierra madre, de la tierra patria como diría Edgar Morín, eso que nos convoca a romper los esquemas, discursos, ataduras, dependencias, no para quedar en acción pasiva de solucionar todo bajo otro que me atienda, es todo lo contrario, es un accionar donde me reconozco en el otro y ese otro lo invito a que me acompañe en la travesía de crear nuevos sueños, esquemas, conocimientos, formas productivas, pensamiento religado, nuevos escenarios de formación, de evaluación y de crecimiento personal, pues creo en él, en ese sujeto, en lo que puede llegar a ser y en lo que representa históricamente y por eso creo que hay que religar la vida es emergen en la concientización de religar el pensamiento (Morín, 2011) desde el acontecimiento universitario.

La vida universitaria desde proyecto decolonial, hace entonces alusión a transformaciones profundas, dinamismo, atrevimientos, sin estancamientos, sino sumergidos en movimientos de fluidez y transcendencia. Se hace referencia, de estados inestables, gaseosos, porosos, donde cada punto se encuentra con otros e interactúa uno a otro, se insiste, a la existencia de planos de conexiones e interconexiones. El termino transmodernidad nos permite captar a través de las acciones universitarias la complejidad de la vida, no rechaza la modernidad, su historia, constitución, dinámica, mecanismos de poder entre otros asuntos.

La transmodernidad no se enquista en supremacías y absolutencias, sino, que parte de la misma complejidad para transformarla y ocasionar transcendencia humana e histórica, es una convocatoria a involucrar desde el sentimiento humano “educar en la reflexividad, el asombro, la resistencia y la percepción de las transformaciones sociales, incorporar la teoría compleja, invita a integrar la relación individuo-sociedad-especie, trilogía desde la cual se pueden superar las cegueras educativas y reorganizar el conocimiento” (Andrade, Leguizamo y Vergara, 2018: 495).

Lo transmoderno, conduce a trabajar las identidades sociales nacionales, étnicas e hibridas o mestizas. Por eso, entenderse dentro de la transcomplejidad desde el sentimiento humano hace referencia a “organizar los conocimientos de forma transdisciplinar; implica sistematizaciones cognitivas-afectivas de unión, conjunción, inclusión, implicación y de separación, oposición, diferenciación, clasificación” (Rodríguez, 2020c: 132). Así, la universidad, en este momento, necesita de docentes con pensamientos complejos, con visión transcompleja donde la deconstrucción, el re-ligaje luego del des-ligaje (Rodríguez 2019), lo complejo, transdisciplinar y el sentipensar, deben conjugar, para realzar nuevos valores en un nuevo pensamiento de docentes y estudiantes que valoran un nuevo acontecimiento constructivo del pensamiento.

Se necesita de hombres y mujeres con sentipensamientos abiertos al cambio, a entenderse como seres inacabados, múltiples, dinámicos, heterogéneos y en constante cambio y es por eso que su pensamiento se flexibiliza para entenderse en un movimiento histórico con dinámica deconstructiva de quien es él, que representa, y las posibilidades que se pueden dar gracias a él. Es difícil esta tarea para el docente de hoy, más cuando su estructura mental fue formada y estructurada bajo una inquisición de sumisión y opresión; donde todo tiene orden, disciplina, estabilidad y, al remover eso, le crea inestabilidad, pues se cree que eso debe ser el inicio de nosotros los docentes universitarios.

Es necesario entendernos inestable, ante un mundo donde todo tiene solución y no hay nada por buscar ni resolver, porque las recetas están dadas. Debe también resultar para los docentes en las universidades dudoso que los textos o libros no reflejen nuestras historias, nuestras culturas, nuestras familias y por eso debemos comenzar un proceso deconstructivo que permita rescatar las esencias, fe y estimas que se han perdido como pueblos.

Por eso, los docentes investigadores universitarios, deben entenderse en procesos de profundidad humana, de crecimiento profesional y espiritual para comprenderse en otra tarea, en ser peregrinos en la misión de educar almas y mentes, acompañarlos en ese peregrinar pasará por entender cómo su didáctica deberá tener contextualidad, cómo rescatar los saberes soterrados y los científicos y de allí la diversidad pedagógica y evaluativa que puede usar para el aprendizaje, pero esto no será fácil, necesitará de otra conformación del sujeto docente que habrá que atender con profundidad, para que éste no quede atrapado en las garras engañosas de la colonialidad-modernidad-postmodernidad para sólo cambiar nombres, asuntos administrativos y en sus esencias seguir con actitudes opresoras y soslayadoras del ser.

El docente investigador universitario debe comprender, re-entenderse en consecuencia como agente antropolítico, que construye política con su acción y servicio. Pues entiende que su papel fundamental, es ser un agente de servicio con lo otro y al otro, a quien le extiende la mano para acompañarlo en la travesía de con-formarse en la vida misma. Lo antropolítico visto como servicio permanente, de dar siempre lo mejor de sí mismo, con actitud sincera llena de humanidad, donde el docente piensa al estudiante bajo un encuentro de entendimientos, propuestas, religajes de múltiples desafíos para superarse. Lo antropolítico, como un ejercicio de vida social, de ética, responsabilidad, razón de ser, inspirada en el dialogo con sus comunidades y el mismo accionar del docente, que se revitaliza en ese encuentro.

El investigador docente universitario, con involucración decolonial, sin duda alguna no pasará por la historia sin hacer huella, pues este al establecer vínculos, redes y conexiones con el entorno, permitirá su reconocimiento como actor social y eso le permitirá también crear otros escenarios para sacudir el aula, el ambiente universitario y social; desde otros mecanismos de encuentro de pasión y crecimiento espiritual de los seres humanos, pasando a recrear los contenidos en eventos dentro y fuera del aula de clase, el aula ya no será en consecuencia considerada igual, pues, traspasa del entendimiento de espacio físico, a espacio imaginario-planos paralelos, planos transmuros, planos ecocomunitarios donde los saberes se recrean desde una visión contextual, libre y llena de alteridad.

Al referir las ideas anteriores, González (2009) advierte que esta situación que se ha venido asumiendo es compleja y se debe asumir la metacognición como aproximación que se desprende de la complejidad como fenómeno que asiste al pensamiento del educador, desde un pensamiento re-ligante, se usa el – separabilidad en Rodríguez (2019), que da cuenta de un profundo proceso de reconstrucción de ideas y procederes que son ahora, bajo esta mirada, insuficientes para atender a la humanidad que se gesta en los centros educativos, pero desprendido de toda visión reduccionista y soslayadora que pretendiese con intenciones perversas construir medios de opresión alienantes para los seres.

Hoy como docentes responsables nos encontramos no sólo desde las acciones pedagógicas e investigativas, responsabilizados en rescatar la historia, no sólo de los legados de nuestras civilizaciones, más aún aquellas que nos corresponden, nos vemos obligado en la “necesidad de reconstruir en su integridad, y desde el marco de la historia mundial, la identidad histórica de América Latina” (Dussel, 2005: 2). Es necesario volver la mirada a nuestras raíces, culturas y significados propios, retomar tanto a occidente como al Sur como centro histórico que son y que su gente debe revalorizar para entenderse en el marco de un planeta conectado culturalmente.

Nótese que la educación comunitaria universitaria es casi nula, está llena de una falta de sabiduría de una escasa ecosofía que se remite a una ecología fracasada donde lo ambiental se ve separado del ser humano, de la misma manera que los saberes ancestrales.

La formación del ser humano, donde se piensa la “integración comunitaria, bajo el entendido de proceso humano evolutivo para el quehacer pedagógico y sentido de vida de las y los sujetos involucrados” (Lemus, 2020b: 104). Nótese que en Venezuela mi país, el proceso encubierto colonial, con interés soterrados en el abandono del venezolano y la decidía, lo de salvaguardar los saberes soterrados y sus portadores en una mentira que se llena de ideología, políticos mentirosos en una sequía en todo sentido del pueblo de mi país; de su gente: la historia de la gente venezolana, de los que pertenecen a la historia venezolana, han sido sacadas de los discursos y por eso en los estudios no se recuerda haber leído de la sabiduría popular, lo encubierto y soterrado con alto valor incontaminado y cuáles fueron sus aportes; a las diversas tribus aborígenes Venezolanos: Pemón, Wayuu, Makiritare,Yawarana, Panare, Yukpa, Arawak, Sávila, Guaraúno, Hiwi, Cuiva, Yaruro, Yanomami, entre otras; que antecedieron en legado y de los cuales no se conoce sus modos de vida, cómo la educación se imbricó en sus potencialidades y cómo demostraron posible una vida sustentable (Lemus, 2020).

Seguimos con el momento propositivo de la hermenéutica comprensiva ecosófica y diatópica, que no se desunen en la construcción.

Momento propositivo. Resignificar lo que somos desde la conjunción Educación Comunitaria-saberes ancestrales

Hemos venido insistiendo a lo largo de la investigación en la necesidad de pensarse, como ser humano, con existencia plena y condiciones posibles para su autorrealización. En nuestra reflexión investigativa sobran las razones para reiterar esa invitación. No como acción de auto evaluación castigadora u opresiva de quienes somos y que no hemos hecho.

Se intenta más bien de entenderse en un círculo vicioso que le ha otorgado comodidad y lo ha empujado a la competencia malsana con sus congéneres, desde un pensamiento global colonial que más que tratar su humanidad, hace hincapié en su inhumanidad para poder ser en ese mundo social en el cual está. Lo inhumano, destacado en un sistema de valores tecno-capitalista dónde el propio es codificado como producto o mercancía y lo que posee y sus orígenes son despreciados por otras formas de ver y entender la vida a las cuales no pertenece.

Por eso, es importante y necesario reflexionar que somos, de dónde venimos al que pertenecemos y que territorio nos ofreció su cúmulo genético-ecológico-cultural para ser. Esa posibilidad de encontrarnos como seres ávidos de aprender y querer ser mejores cada día pero que llegado un tiempo fuera apagándose en nuestra propia casa, en ese mismo entorno social y especialmente en los centros de formación. Dónde las normas y los dispositivos de poder dieron un golpe contundente a nuestro pensamiento y nuestras formas de sentir, ver, olor, tratar y entenderse con el otro. Olvidamos en consecuencia una máxima social, somos relación por naturaleza.

Se introduce en nuestra psiquis que el otro y lo otro no tiene valor, por lo tanto, se ansia y se persigue sueños impropios a nuestros territorios y grupos sociales. Nuestros sistema ecológico es fuertemente deteriorado con nuestros usos son importarnos que la madre tierra sufre cada vez más. Se une a ello, el desinterés por nuestros acervos, sintiendo pena con fuerte desprestigio, ser parte de la remembranza que en algunos momentos se hace de ello.

Estamos tratando, que el lector entienda bajo el panorama que hemos encontrado, que es necesario que nos acompañe desde ahora, en otro movimiento de pensamiento que nos lleve a revelar de forma autentica quienes somos y que hacemos para resignificarnos. la Educación Comunitaria Universitaria-saberes ancestrales trae un cambio epistemológico en el conocer en las comunidades y en las civilizaciones, pues imprime un reconocimiento del estatus denigrado ancestrales a favor de conocimiento - saberes en igual grado de importancia, lo que imprime la participación de las comunidades no como relativo folclore sino como científicos en potencia. No se trata de saberes otros, sino de complejizaciones.

El primer paso entonces que convocamos es a entenderse como ser colonizado, y ¿Usted se preguntará yo colonizado? Si habrá que hacer mucha lectura decolonial para entender como todo lo que hacemos y tenemos es producto de ese sistema colonial-moderno-postmoderno y que en su esencia destruye lo que somos como seres humanos conviviales. Tenemos que rescatar nuestra humanidad, no hay duda de ello.

Para lo anterior, necesitamos un sistema de valores que nos permitan desobedecer a un sistema de valores aniquilador por otro donde encontremos al otro ser humano como hermano o hermana que está conmigo compartiendo el viaje de la vida. Ello, de forma armoniosa, alegre dinámica y sobre todo feliz.

Ver al otro como posibilidad de existencia y vida plena pues en mí y en el-ella encuentro la posibilidad de realizar los sueños y expectativas anheladas. Retomar nuestra máxima que somos relación es una necesidad para vernos en los diálogos, para comprendernos en las acciones, para escuchar nuestros corazones y compartir nuestras risas y alegrías.

Resaltar nuestros valores comunitarios debe permitirnos entendernos como entes culturales que somos hijos de un cultura particular que se entreteje en nuestros territorios para dar color y sabor venezolano, de la mano de un gentilicio apartado de la maldad y el control de las verdades absolutas y entrar en el juego de verdadera y las complejidades que en verdad somos. Pero, ¿Por qué no nos hemos visto así en la educación que tenemos?

El sistema educativo, debe dejar de ser solo textos elocuentes con sentido decolonizador para impactar verdaderamente en los pensamientos, rescatar las auténticas historias locales de las que formamos parte e impactar en el rescate de la madre tierra para mejores condiciones socioambientales.

En ello, la universidad tiene un gran compromiso, como gestora de conocimiento e pacto social, para encarar al sujeto consigo mismo, más con su entorno cultural. Un movimiento civilizacional que permita sacudir-derrumbar las bases postmodernistas-modernistas-coloniales por procesos liberadores, con nuevos movimientos sociales. Estos, con verdadero sentido colectivo, dónde el sujeto social, de pie, en calle laboriosa, encuentre posibilidades de realización, de nuevas construcciones de tejido social, prósperas y fecundas.

La universidad con nuevo diálogo deberá encontrarse con una resignificación en sí misma, para ver en su personal, planes académicos, formas de evaluación y medios de interacción comunitaria, se está seguro que el lector afirmará al igual que nuestras afirmaciones, lo que ha realizado hasta ahora, es solo colonización del pensamiento, muy alejada de las realidades comunitarias que se viven.

Tal vez, el ataque, nefasto y cruel que ha sufrido el sistema de educación superior venezolano en este último tiempo es demostración de ello. La educación superior, fue atacada y destrozada en tus instalaciones sin que se halla hecho algo para defenderla. En la universidad de Oriente, casa del autor, muy a pesar, de lo que sus integrantes y egresados han evocado al momento de obtener se ella, titulaciones, tanto en su himno como en su lema: Del pueblo venimos y hacia el pueblo vamos.

El pueblo, no sintió necesidad de defenderla, no hubo identificación y para presión de quienes sentimos el corazón herido por lo que sucedía, vimos como los entes gubernamentales no hicieron nada mientras nuestra casa más alta fue destrozada sin clemencia y solo quedó de ella, sus escombros. ¿Será que esa situación nos lleve repensarnos lo que somos como casa de formación y atención de ese pueblo?

La universidad venezolana debe renacer en un nuevo dialogo social, que permita un mejor intercambio cultural, político, económico y de vida de las comunidades, con verdaderos aportes, sustantivos entrelazados con las voces de las comunidades. No podemos seguir entendiendo a la universidad en una relación horizontal del saber, su horizontalidad es necesaria. Esto último debe entenderse en la posibilidad de escuchar la voz y la experiencia del otro, en lo que tiene que decir y cómo ve posibilidades de solución para la mejora social.

También el sector universitario debe entrelazar vínculos, redes, enlaces y demás formas sociales que permita cambiar la voz y acción universitaria, de forma más pertinente, con nuevos intercambios, intervenciones, otros diálogos; dónde el enseñar-aprender-desaprender-investigar-aprender, sean ciclos inconclusos pero fractálicos y complejos.

La vida y sus acontecimientos, debe ser el motor de pulso del sector social con el universitario, para mejorar cada vez los diversos sistemas, que de por sí son complejos, en movimientos culturales que permita, la consolidación de la identidad de las regiones y de los pueblos. Entenderse en un dúo dialógico, cuyo centro es la prosperidad, en contra de toda forma de obsolescencia retrograda colonial que impida la evolución cultural de la nación. Es una tarea ardua, el autor está consciente que no es muy sencillo, pero si se asume por todos los involucrados con vigor y voluntad, pronto se podrán obtener grandes resultados.

Pensar y repensar-nos en lo que somos, de dónde venimos, que baje cultural representamos, que nos representa y como los conocimientos ancestrales que poseemos los podemos utilizar para generar bienestar, es un comienzo que no debemos declinar. ¿Y la educación comunitaria con los aborígenes y sus saberes ancestrales? Habrá que desprenderse del desprecio a la supuesta no cientificidad de sus saberes; sino conjugarse en sus comunidades sintiéndose parte de ellos y sus necesidades no como colaborativos aprendizaje, sino ellos, los saberes ancestrales cómo centro de lo comunitario que decoloniza lo que sea creído la verdad en el conocer.

Insistimos que la educación comunitaria universitaria -saberes ancestrales se convierte en un binomio de real atención para la nueva acción formadora, es un nuevo orden ontoepistemológica que persiste en la esperanza, como luz para el ser social. En medio de una desesperanza colonizadora que lo anula e inhabilita; lo involucra en un plano psicoemocional dónde puede triunfar, aumentando la fe de si y de los otros.

Es una nueva invitación a leer el mundo social abierto a múltiples posibilidades de interacción-acción, tomando como punto de partida la experiencia, visiones y aprendizajes vivenciados, del cual surge un valor firme que aumenta la condición de Yo ante el mundo. En ese acontecer, el ser social, entiende que su constitución ancestral representa una comunicación esperanzadora, entiende desde el presente lo negativo pero exalta lo positivo que se va logrando. De esta manera se resalta el sí se puede en el pensamiento y la sangre del equipo comunitario elevando la voz de libertad y el amanecer de una nueva era. Para esto, es necesario revisar y hacer conscientes las grandes potencialidades y oportunidades que todos tienen, uniendo esfuerzos y energías comunes para organizar las metas a desarrollar.

La Educación Comunitaria-saberes ancestrales, originará un cambio para cuidar, alimentar y ofrecer condiciones adecuadas para que el ser humano siga construyendo historia. A pesar de que los vientos que traiga la vida misma lo intercepte con resistencia de vida, a esa violencia epistémica que decirme de los demás centros de aprendizaje, familias, amigos, colectividad, comunidad y sociedad en general. Tales circunstancias nos crean una gran alerta para ocultar el gran bagaje cultural que se halla impreso en nuestras comunidades ancestrales y que siempre tratan de opacar, callar, silenciar y oprimir con actitudes coloniales que utilizan a todos los medios de información y comunicación, ensuciar la humanidad allí presente y vivida. Por eso, la la actitud de resistencia descolonial, es una urgencia a asumir, para defender nuestro origen ancestral y hacerla participe de los caminos comunitarios que entre todos se construyen.

En este menester, los profesionales universitarios, líderes, promotores y actores sociales, deben hacer atención, en ver cómo la humildad, no constituye un asunto externo, sino interno de las personas, para entenderse en una trama relacional que entiende que los procesos sociales y las esperanzas, son el resultado de un trabajo mancomunado.

Por ello, es de gran relevancia, entender que tanto los profesionales como los actores comunitarios, deben entenderse como seres humanos, darle valor, aprecio y cuidar ese tacto sensible de humanidad, apostar por el cuidado más portante: el corazón de las personas. Un tesoro en rescate, pues ha Sido muy golpeado por la colonialidad, más aún, en los que pregonan nuestros saberes ancestrales. Es una revalorización cautelosa, con palabra sincera, aliento esperanzador, profundo agradecimiento, honor, asertividad y respeto.

Este binomio en acción, de seguro, necesita de una buena energía sentipensante, dónde todos y todas se sientan estimados y valorados. Por ello, se presenta como necesario, estar en obediencia a Dios, a su palabra y misericordia, agregado a ello, la atracción positiva de las personas de seguir sus sueños e ideales. Nos deja claro el binomio que tratamos, que los integrantes de los colectivos sociales, se necesitan unos a otros, más que la fuerza popular no actúa a espaldas de la protección de la naturaleza, de su belleza y posibilidades.

Hay que desarrollar un trabajo conjunto con nuestras comunidades ancestrales que nos orienten al rescate de nuestra naturaleza, sus métodos, formas de vida, poseen grandes enseñanzas que pueden permitir unir los avances científicos tecnológicos con esas informaciones para construir visiones antropoéticas para el desarrollo social.

Conocer a nuestras comunidades ancestrales, no solo beneficiará el impacto social, sino económico, cultural e histórico que desarrollamos. El conocimiento de su habla, formas de trabajo, economía - mercadeo, transportes, cultivos, gastronomías, poseen un gran baluarte informativo que debemos conocer-reconocer, para el conocimiento, utilización y legado a nuestras generaciones futuras.

Momento propositivo conclusivo. La educación comunitaria de vuelta al ser humano continúa en avance

Las reminiscencias sobre Educación Comunitaria Universitaria – saberes ancestrales nos dan un vuelco en la concepción de nuestro ser, en lo que sabemos de nosotros y en los errores conceptuales a los cuales nos han sometido y hemos venido creyéndonos escuetamente, inhumanamente en un mundo excesivamente competitivo para denigrar al ser humano y clasificarlo; que es inutilizarlo o exaltarlo a favor de la dominancia de turno de la colonialidad.

Sin duda, el transmétodo con su hermeneusis en el ser autor, y las categorías ecosofía y diatopia imprimen inacabamiento en la investigación que se presenta producto de la línea de investigación: Integración Comunitaria, Pedagogía y Evaluación en la formación de profesionales. Se analizó la resignificación de lo que somos desde la relación Educación Comunitaria Universitaria y saberes ancestrales. Nos hemos quedado inacabados en el discurso, pero nos sabemos constructores de un mejor destino para la tierra.

Incitamos a la solidaridad, el reconocimiento de los saberes ancestrales como una vuelta a nuestras raíces, y al mismo tiempo como una resignificación de nuestra ciudadanía planetaria. Por ello, invitamos en las universidades, en las comunidades al abrazo de los saberes, a dejarse impregnar de lo no reconocido y ocultado por su especial valor: lo comunitario y los saberes ancestrales. No olvidemos dar respuestas a la pregunta: ¿Si nuestra educación estuviera impregnada en nuestro ser de los saberes ancestrales, de las comunidades nuestras y su pertinencia pudieran colonizarnos y vedar nuestra mente por siglos? La respuesta debe ser evidente en quienes reconocer el valor de la liberación en todo sentido.

Con el amor de Dios en mi vida, su misericordia que abunda como un río caudaloso de agua pura me despido. Los invito a interpelarse a la luz de nuevas maneras de investigar; más allá de las amarras de lo legalizado. Dios guárdanos en tu amor siempre.

Notas

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