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Saberes ancestrales concebidos con taras: una sátira decolonial planetaria en re-ligaje
Ancestral knowledge conceived with taras: a decolonial satire planetary relinage
Entretextos, vol. 17, núm. 32, 2023
Universidad de La Guajira

Artículos

Entretextos
Universidad de La Guajira, Colombia
ISSN: 0123-9333
ISSN-e: 2805-6159
Periodicidad: Semestral
vol. 17, núm. 32, 2023

Recepción: 15 Agosto 2022

Aprobación: 10 Noviembre 2022

Todo lo publicado por revista Entretextos puede ser utilizado por cualquier medio respetando los términos de la licencia con la cual se publica.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivar 4.0 Internacional.

Resumen: Se cumple con el objetivo de analizar los saberes ancestrales concebidos con taras en una sátira colonial global, proponiendo re-ligajes en mesetas ecosóficas-diatópicas inclusivas; indagación ubicada en las líneas de investigación: educación-transepistemologías transcomplejas; Educación Patrimonial Transcompleja; transepistemologías de los conocimientos-saberes y transmetodologías transcomplejas y decolonialidad planetaria-complejidad en re-ligaje. Se usa el transmétodo, la hermenéutica comprensiva ecosófica y diatópica en los momentos: analítico, empírico y propositivo. Se desarrollan rizomáticamente mediante rupturas inclusivas dejando estelas de: ciudadano planetario, dignidad, salvaguarda de la tierra, transepistemologías sentipensante; entre tanto los saberes ancestrales cumplen esencias recivilizadoras dignas de ser re-ligadas a esencias complejas.

Palabras clave: Saberes ancestrales, decolonialidad planetaria, taras, re-ligaje.

Abstract: The objective of analyzing the ancestral knowledge conceived with taras in a global colonial satire is fulfilled, proposing re-linkages in inclusive ecosophical-diatopic plateaus; inquiry located in the lines of research: education-transcomplex transepistemologies; Transcomplex Patrimonial Education; transepistemologies of knowledge-knowledge and transcomplex transmethodologies and planetary decoloniality-complexity in re-linkage. The transmethod is used, the ecosophical and diatopical comprehensive hermeneutics in the moments: analytical, empirical and propositional. They develop rhizomatically through inclusive ruptures, leaving traces of: planetary citizen, dignity, safeguarding the earth, sentipensante transepistemologies; meanwhile, ancestral knowledge fulfills recivilizing essences worthy of being re-linked to complex essences.

Keywords: Ancestral knowledge, planetary decoloniality, defects, re-linking.

Rizoma analítico - empírico. Insuficiencias urgentes, categorías y transparadigma

Recientemente en medio de tan hermoso Dossier pensaba en los saberes ancestrales en la motivación a su salvaguarda, el convencimiento de que ellos son claves en la salvaguarda de la tierra; ya en el año 2021 en plena pandemia, un hecho histórico que emite una cruel pedagogía en palabras de Boaventura de Sousa nos recuerda el encierro, el valor del cultivo, la escasez de los alimentos, el aire puro que se respira cuando el encierro agobia y así tantas reminiscencias que nos llevan nuevamente a reconocer que

Los pueblos, quienes resistieron y han resistido, primero al proceso de colonización y ahora al complejo proceso de la colonialidad, han mantenido vivos sus saberes y conocimientos en cuanto a la relación con la Madre Tierra. La vida de éstos mismos, está ligado indiscutiblemente a la Tierra y a los procesos que tiene ésta para la reproducción de la vida en el planeta. Los saberes y conocimientos que guardan y practican en su cotidianidad (Arce, 2020: 154).

Sin duda, en las diversas prácticas profundamente sabias de nuestros ancestros apegados a la naturaleza nos recuerdan la inmensa creación de Dios que nos cuenta como crea los cielos y la tierra y vio que era bueno para luego crear al ser humano; si lo cuenta en el Génesis con profunda sabiduría: “Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1:1-2). La creación del barro tiene sentido esencial en tanto este tiene todos los químicos del cuerpo, así el hombre sólo necesitaba el soplo de aliento: el Espíritu Santo que nos llena de vida.

Más en esos saberes ancestrales donde el cultivo, las cosmovisiones, la sabiduría del cultivo, el misticismo está apegado a la casa madre si la Tierra; pero no sólo eso “los conocimientos y saberes ancestrales, tradicionales y populares no son solo saberes del pasado, son prácticas vivas de los diversos pueblos y nacionalidades de nuestro país” (Crespo y Vila, 2014: 6). ¿Qué ha sucedido ante tales evidencias con la masacre de nuestros originarios y el extinguir los valiosísimos saberes ancestrales? El poder como autoritarismo al querer dominar y la famosa conquista a la naturaleza como masacre ha sido una irracionalidad que se ha ido en contra de nosotros mismos.

En esta indagación transmetódica, se cumple con el objetivo de analizar los saberes ancestrales concebidos con taras en una sátira decolonial planetaria, proponiendo re-ligajes en mesetas ecosóficas-diatópicas inclusivas; indagación ubicada en las líneas de investigación: educación-transepistemologías transcomplejas; Educación Patrimonial Transcompleja; transepistemologías de los conocimientos-saberes y transmetodologías transcomplejas y decolonialidad planetaria-complejidad en re-ligaje. La palabra taras devienen del hebreo Târaj que significa sitio, lugar donde los israelitas acamparon en el desierto (Nm. 33: 27-28), “las taras mentales es un defecto psíquico muy común que se repite y pareciera heredarse” (Rodríguez, 2022a: 2). La palabra ‘tara’ se usa por primera vez en la decolonialidad planetaria interrogándonos

¿En qué sentido entendemos taras como sátiras? Las comprendemos a medida que con las taras mentales, sus muchas interpretaciones y accionares aparentemente decoloniales que se quedan en la colonialidad con artefactos mentales que dicen muy poco de liberación en todo sentido. Usamos el vocablo sátira no como una burla; sino como ironía y dolor en el discurso, por ejemplo: ¿Qué ironía que luego de la muerte de tantos héroes libertadores sigamos soslayados?, ¿Qué dolor que aún pese a los grandes avances en materia de liberación en el Sur, y otros continentes nuestros propios hermanos usen la decolonialidad como excusa para instaurar gobiernos coloniales aberrantes de la historia? (Rodríguez, 2022a: 2).

Y sabemos que una tara persistente es evidente en el transcurrir de la colonización y luego de la colonialidad global y dice lo siguiente: que ironía que siendo los saberes ancestrales propios de los originarios del planeta sean excluidos y disminuido como conocimientos no científicos, de segunda; y que cuando se le reconoce siempre existe la aversión a ellos y son colocados en la esquina de la ineptitud. Que tara tan persistente e irracional, en una injusticia que deja mucho que desear ante la sabiduría milenaria de muchos saberes ancestrales. Aún en el proyecto decolonial pese a las luchas muchas exitosas, investigadores, docentes portadores de la decolonialidad sigue desmitificando los saberes ancestrales. La luciérnaga de la humanidad, el centenario Edgar Morín, reconoce tales hechos en pleno siglo de las tecnologías.

Los legados mediterráneos debemos combinarlos con el legado africano y el sudamericano. Por muy distintos que sean, todos ellos implican unos sistemas míticos o religiosos de integración en el cosmos y la naturaleza, cuya verdad profunda debemos extraer y vincular a nuestra nueva conciencia ecológica, que reconoce nuestra integración en una biosfera que sigue degradándose a causa de la globalización, impulsada por el Norte. Existe el legado de las tradiciones de solidaridad, que no hay que destruir sino integrar. Existen conocimientos múltiples, saberes, sobre el mundo mineral, vegetal y animal que tenemos que incorporar. Existen estilos de vida muy diversos y ricos, incluso en las pequeñas sociedades indígenas de América del Sur y África.

Así, al reunir y combinar todos sus legados, un pensamiento del Sur será capaz de plantear una nueva y gran problematización (Morín, 2018: 298).

No queremos ser injustamente incomprendidos por ello nos declaramos de la tierra patria, embajadores de Dios en su Tierra, creación maravillosa a la que desmitificamos de todo autoritarismo que la masacra y denigra; ¿Qué es entonces la patria? Sin duda, la mejor definición la compleja: “la patria es el término masculino/femenino que unifica en él lo material y paternal. (…) la pertenencia a una patria da lugar a la comunidad fraternal de patriotas y de hijos de la patria frente a cualquier amenaza externa” (Morín, Ciurana, y Motta, 2002: 79).

Nótese que no podemos desmitificar las taras masacradoras y denigrantes de los saberes ancestrales bajo el mismo paradigma que lo causo: la modernidad-postmodernidad-colonialidad; sino que vamos fuera de ello, a buscar las victimas que en este lado del mundo se comienzan a dominar desde 1942 con la invasión al continente; pero que ya África y muchos lugares del planeta habían sido objeto de oprobio. La ignominia que oculto la valía de los saberes ancestrales y que nos llevó a convencernos que somos, los condenados de la tierra, seres de segunda; incivilizados que llevamos a la doble culpabilidad de la que el investigador eminente Enrique Dussel habla de la doble culpabilidad: culpable por ser de menor valía, culpable por oponerse y resistirse a la masacre (Dussel, 1992). Por ello, vamos en la decolonialidad planetaria a desmificar las taras mencionadas.

Investigamos entramado, más allá de las reducciones de una: introducción, metodología, resultados y conclusiones, vamos rupturando en rizomas, donde “nada de punto de origen o de principio primero que gobierna todo el pensamiento; nada de avanzada significativa que por tanto se haga por bifurcación, encuentro imprevisible” (Zourabichvili, 2007: 94), al rupturarse son profundamente inclusivos; dejando la reducción y la pretendida verdad del paradigma que se creyó rey. Nos desmitificamos de la tara insólita de pretender investigar de la misma manera colonial para salvaguardar nuestros saberes ancestrales en el mismo paradigma que nos ocultó y desmitifico, que masacro sus portadores y los sigue considerando, a los saberes ancestrales, como no científicos.

En lo que viene precisamos profundamente nuestra transmetodología; más allá de la metodología tradicional, trans hereda como prefijo el de la transmodernidad que va a la salvaguarda de las víctimas de la modernidad y postmodernidad; entre ellos los saberes ancestrales y sus creadores.

Rizoma transmetodología. La decolonialidad planetaria como proyecto de liberación de los saberes ancestrales, la complejidad el transparadigma y el transmétodo la hermenéutica comprensiva, ecosófica y diatópica

La decolonialidad como proyecto de liberación sin duda es planetaria, este apellido que indica la inclusión no siempre es comentado en su nivel de importancia, jamás Occidente debió desmitificar al Sur, a África; pero ahora el Sur no puede obviar a Occidente; el Norte no podrá encerrarse en su propia ciudadela de preeminencias en un miniplaneta. El planeta es uno sólo, y promovemos en vista de la colonialidad global, vamos con un proyecto de liberación planetario. Es clarificar que la complejidad en el pensamiento del Sur no es negadora de la misma esencia de la complejidad y su esencia inclusiva, negando con ello las culturas que nos excluyeron y sus portadores, al Norte; cuando se le pregunta a Edgar Morín en una entrevista realizada por Sergio Osorio y publicada como: Cátedra humanitas. Edgar Morín: pensador planetario:

¿Cuál es el aporte que tienen los pueblos del Sur para el cultivo de un pensamiento complejo?”; a lo que Edgar Morín responde: Creo que se puede hacer un pensamiento del Sur a partir de las experiencias complejas del Sur. ¿Por qué? Porque no hay que rechazar todo lo que llega del Norte, hay muchas cosas importantes que llegan del Norte, pero “la hegemonía del Norte es la hegemonía del cálculo, de las cosas anónimas, de lo cuantitativo, del provecho, donde se destruye las cualidades de la vida, del saber vivir, del saber comunicarse con los otros (Osorio, 2012: 34).

En tal sentido, afirma Edgar Morín en dicha entrevista: pienso que hay un mensaje civilizacional que viene del Sur para preservar sus calidades que se han extinguido en el Norte; es importante tener clarificado esto. En la respuesta a la pregunta inicial siguió respondiendo Edgar Morín, “pienso que a partir del Sur, que es la victima de los procesos de la globalización porque es en el Sur en donde hay el mayor crecimiento de las miserias y de la desigualdad, hay la posibilidad de hacer las críticas” (Osorio, 2012: 34) al mundo actual del desarrollo, para formular un modo más humano, un mundo de porvenir.

Es sin duda la decolonialidad planetaria es apodíctica de la transcomplejidad (Rodríguez, 2021a); esto es de la complejidad y transdisciplinariedad; “no es casualidad que los saberes del Sur se clasifiquen de inferiores, no científicos, no conocimientos; distancia abismal entre el conocimiento y saber” (Rodríguez, 2021a: 47); es la imposición de la colonialidad del saber y poder que combatimos en el planeta. Si eso no es preeminencia los saberes ancestrales serán entonces ante la injusta tara: saberes de segunda, indignos de transcender.

¿Qué son los transmétodos? vamos más allá de los métodos reduccionistas, no los desmitificamos, los deconstruimos, nos desligamos de su imposición y regularización del sujeto investigador, objetivándolo como objeto.

Los transmétodos ayudan a la salvaguarda del sentipensar, des-elitizar, re-ligar, des-ligar con las disciplinas, conjuncionándolas, indisciplinando las disciplinas; rompiendo sus fronteras fuera del pensamiento abismal que las separa, la responsabilidad social del docente como ciudadano planetario, y la esencia misma de ser humano transversalizándola a los saberes-conocimientos que son evidentemente patrimonios de la tierra-patria (Rodríguez, 2022b: 9-10).

También con los transmétodos que son decolonialidades planetarios, complejos y transdisciplinares; más que multimétodos postmodernistas, nos llevan más allá de las epistemologías, esto es “las transepistemologías profundamente ecosóficas diatópicas que juegan un papel esencial en lo científico, emocional, práctico y espiritual sin desunirlos, regresando a los antiguos pensadores que concebían la razón, no sólo alojada en la mente sino también en el espíritu” (Rodríguez, 2022b: 9-10).

Los transmétodos han resistido como insurgente decoloniales al modo dominante de investigar, para la gloria de Dios en un homenaje realizado por la Revista Entretextos, Universidad de La Guajira a la investigadora venezolana Milagros Elena Rodríguez, creadora de los transmétodos decoloniales planetarios, complejos y transdisciplinares, en el artículo lecciones de transmétodo, lo qué se puede aprender de Milagros Elena Rodríguez (Fortunato, 2022) se afirma que uno de los aprendizajes es que la transmetodología “consiste en pensar más allá de los métodos tradicionales de investigación y escritura académica” (Fortunato, 2022: 46). Sin duda, si queremos salvaguardar y hacer transcender los saberes ancestrales a favor de la recivilización de la humanidad, debemos caminar un nuevo horizonte de sentido histórico: defensa de la vida tierra, (des)colonialidad del tiempo y del saber en las resistencias ancestrales de Nuestra América (Arce, 2020). Es urgente la concientización de las memorias de la fragmentación de la selva en la colonización y luchas agrarias en la región del Sarare, Arauca, Colombia (Moreno Romero y Pérez, 2022).

El transmétodo que nos convoca en la investigación es la hermenéutica comprensiva ecosófica y diatópica (Rodríguez, 2020a), que pasa por tres momentos: analítico, empírico y propositivo (Santos, 2003); en el analítico - empírico revisamos autores de renombrada trayectorias en los saberes ancestrales y compramos con la experiencia de la autora en tanto para luego, en el momento propositico vamos a despréndenos de los autores y damos un re-ligaje esencia para la salvaguarda de los saberes ancestrales, lejos de las taras de la colonialidad global. La hermenéutica comprensiva aporta dos categorías primerísimas en los saberes ancestrales: la ecosofía y la diatopia; en donde por ejemplo, el ser y quehacer de la etnia coreguaje en el saber filosófico ancestral (David, 2021), es de sabia importancia para la transcendencia en esas comunidades.

Con la ecosofía y diatopia se comprenden y fusionan las hermenéuticas ecosófica y hermenéutica diatópica. De allí que con “la ecosofía estamos siendo complejos y abarcadores no sólo de lo ambiental, sino de lo social y espiritual que no se separa; un arte de habitar en el planeta que busca la sabiduría en la formación docente”(Rodríguez, 2022c, p.649), en la que se alude de acuerdo con Raimón Panikkar que entre la Tierra, el hombre y Dios hay una interacción material, personal y clara desde la composición de los que es el ser humano: naturaleza-cuerpo-mente-alma-espíritu-Dios “un mundo sin hombre no tiene sentido, un Dios sin criaturas dejaría de ser Dios, un hombre sin mundo no puede subsistir, y sin Dios, no sería verdaderamente hombre” (Panikkar, 2005: 181).

Los topoi, significa lugares, son separaciones impuestas por Occidente (Santos, 2003) originalmente, luego ratificados por el Norte son antinatura de la vida; de su creación en el planeta Tierra; mientras que “la diatopia imprime la minimización del pensamiento abismal impuesto por Occidente, de este lado del planeta en el Sur desde la masacre iniciada con la invasión en 1492. Esa conjunción de los topoi acerca con la natura de su existencia” (Rodríguez, 2022c: 649); como son: saberes ancestrales-conocimientos científicos, naturaleza-ser humano, cuerpo-espíritu, Sur-Occidente; Norte-Sur; mujer-hombre; blancos-negros; subjetividad-objetividad; subjetividad-investigaciones; sentipensar-investigaciones; entre otros.

Por ello, ser decolonial excluyendo saberes y personas sean de donde vengan es una ligereza. Si atacamos proyectos coloniales y los develamos, deconstruimos, sean de donde sean, nos desligamos de nuestras propias taras heredadas de la larga tradición modernista-postmodernista-colonial (Rodríguez, 2022a). Vamos a ir sacando las taras, evidenciándolas, interpretándolas para luego ir a una re-ligaje esperanzador ecosófico-diatópico.

Rizoma analítico- empírico. Los saberes ancestrales concebidos con taras: una sátira colonial global

Los saberes ancestrales son víctimas de la colonialidad en todo sentido; en especial la del saber “ha sido un dispositivo funcional para invisibilizar la diversidad de saberes así como su apropiación y usurpación, tanto en los inicios de la colonización como en la forma contemporánea a través del capitalismo cognitivo” (Crespo y Vila, 2014: 11). En ello, en todo sentido, pese a la aguerrida lucha de los ancestros, aborígenes de la historia que se niegan a morir, aún en pleno ejercicio de liberación; muchísimas investigaciones; pero se consiguen taras que minimizan los saberes ancestrales. Des-ligarnos de esas prácticas y re-ligarnos hacia la complejización en los modos de conocer es de obligatoriedad.

Debemos someternos a la sabiduría de Dios, la preeminencia ancestral de la humanidad, la originalidad creación que se complejiza con el saber que nos provee nuestro creador; “el pensamiento necesita reflexión (conciencia) y la conciencia necesita pensamiento. Las actividades superiores del espíritu son una constelación de instancias que se producen unas a otras en un bucle recursivo” (Morín, 1998: 216). Necesitamos un pensamiento metacognitivo profundo para poder partir a una complejización, y que esta alimente mediante las conexiones dicho pensamiento, para comprender la grandeza de los saberes ancestrales.

Es urgente desmitificar las bases como esa nueva forma de investigar y de concebir la vida va en la búsqueda transepisteme, orientado hacia el renacer de la conciencia del ser humano, saberes ecosóficos; de la necesaria re-civilización de la humanidad, de decolonizar las comunidades menos favorecidas, de los científicos en las universidades que apenas comienzan; (…) no es populismo del saber; es entender que en esos saberes no contaminados se encuentra el centro menos contaminado del conocer. En los mal denominados saberes soterrados (Rodríguez, 2021a: 51).

El ciudadano planetario, constructo deseado en la Tierra-patria, debe ser portados de los saberes ancestrales, fortalecidos en ellos, convencidos de su necesaria transcendencia en la salvaguarda de la casa su madre que le acoge, le sana y alimenta, el ciudadano planetario es un urgente constructo complejo - ecosófico en la Tierra – Patria (Rodríguez, 2021b), que “se permea de la ciencia incluyente, en el abrazo de los saberes con lo social, ambiental y espiritual; lo que si asume es que esta no es suficiente” (Rodríguez, 2021b: 1351). Se dignifica en su condición humana a través de la ecosofía y su sabiduría que da esencias de salvaguarda de los saberes ancestrales.

Sin duda, es urgente que el ciudadano planetario rompa la frontera de las disciplinas, y más allá de un pensamiento abismal profundamente sabio, ecosófico y abarcado; en una hermeneusis comprensiva de saberes, en los social, ambiental y espiritual

Recobra la esencia de los pensadores antiguos en el que desarrollar una inteligencia compleja planetaria lleva a retomar el hecho que la conciencia, la razón no sólo reside en el cerebro, en la mente sino también y con gran capacidad infinita que no muere, por ser energía, en el espíritu. Así, la noosfera, las ciencias del espíritu deben cobrar sentido con un porcentaje muy alto en la formación, en la educación (Rodríguez, 2021b: 1358).

Entonces entre todos los conocimientos-saberes debe ocurrir la ecología de los saberes, como por ejemplo conocimientos ancestrales como tejidos y estampados poéticos en el telar de la vida (Lima, 2021); sin duda saberes ancestrales y prácticas tradicionales que se impregnan en prácticas como el embarazo, parto y puerperio en mujeres colla de la región de Atacama (Rodríguez y Duarte, 2020); donde se muestra que la “línea divisoria que separa los saberes y prácticas occidentales de los pueblos indígenas demuestra la clara injusticia de negar la sabiduría ancestral, manteniendo la supremacía de la modernidad científica y la mantención de un Estado uninacional y monocultural” (Rodríguez y Duarte, 2020: 120-121).

Nos mueven los saberes ancestrales en toda la Tierra-patria, desde luego partiendo de los nuestros y su salvaguarda, pero no por ello cobrando preeminencia alguna entre saberes; esa es una tara a desmitificar como ciudadanos planetarios no podemos pretender evidencias un saber ancestral mientras desmitificamos u ocultamos otros. Para ello la diada, ecosofía-diatopia es portadora de los saberes ancestrales que nos dan incentivo y comunión con el hecho de que somos naturaleza en la Tierra-patria (Rodríguez, 2022c) y ello nos permea y viceversa de visiones decoloniales planetaria-complejas; ello nos lleva a pensar en la imposibilidad de estar lleno de saberes ancestrales de nuestros originarios y que no los conozcamos, no podamos salvaguardarlos y portarlos como lo merecen, esa es una tara a desmitificar.

En el reconocimiento de los saberes ancestrales como parte de la naturaleza y por tanto de nosotros mismos es necesario considerar una transfilosofía sentipensante, que es aquella que “acude a los procesos decoloniales planetarios para incluir las posturas filosóficas execradas del proyecto modernista-postmodernistas, como la filosofía latinoamericana, la filosofía de la Pacha Mama, del Abya Yala, de las civilizaciones execradas de las historia” (Rodríguez, 2022b: 2). Por ello, es de hacer conciencia que más allá de la filosofía reduccionista, con la transfilosofía sentipensante profundamente inclusiva de las posturas conseguimos que se “den respuestas no definitivas a las preguntas transcendentales originarias de la filosofía y otras que se van entramando en la complejidad de filosofar” (Rodríguez, 2022b: 2); respuestas sobre nuestra misión en la tierra que se hacen como camino al andar, que no son definitivas jamás.

¿Qué es sentipensante?, respondemos con uno de los investigadores más importantes en tal categoría, “sentipensante que combina la razón y el amor, el cuerpo y el corazón, para deshacerse de todas las (mal) formaciones que descuartizan esa armonía y poder decir la verdad” (Fals, 2015: 10). Por eso, una tara inconcebible es que aceptemos políticas de estado disfrazadas de decoloniales que apoyan a nuestros ancestros y aborígenes en aparentes políticas; mientras destruyen sus territorios, esa es una tara a desmitificar. Es una inconsistencia en falta de solidaridad, permanecer inerte ante una aberración de la historia, que se contaminen los ríos, que se envenene los suelos y que los decoloniales de la historia permanezcan de espalada ante tales injusticias.

La transfilosofía sentipensante va con la ecosofía sabiamente, aquella sabiduría que nos “hace sentir que la Tierra es también un sujeto, y más aún, una dimensión constitutiva y definitiva de la realidad. La ecosofía va mucho más allá de la visión de la Tierra como un ser vivo; ella nos revela la materia como un factor de lo real tan esencial como la consciencia o lo que solemos llamar divino” (Panikkar, 2005: 202). Y en ello nuestra constitución compleja: naturaleza-cuerpo-mente-alma-espíritu-Dios se hace rema en nuestras acciones a favor de la vida en todo sentido.

Proponemos en los re-ligajes en mesetas ecosóficas-diatópicas inclusivas a fin de salvaguardar los saberes ancestrales transepistemologías de los conocimientos-saberes emergentes (Rodríguez, 2022b); entre los emergentes sin duda se encuentran los ancestrales; donde

Se da apertura y significación al concepto de inclusión, que es complejo. Esto es en toda su significancia y no aquel subordinado a la ciencia colonial, donde irrumpen sólo conocimientos convenientes a la elite modernista; la inclusión lleva a no separar conocimientos-saberes algunos, ni a tener preeminencias, provengan de donde sea; siempre incluye las diversas posturas, personas, pues la modernidad ha usado la inclusión y lo ha parcelado. Estas transepistemologías anidan una educación inclusiva ecosófica que atiende a un compromiso social: la necesidad de liberación de los no incluidos, de los olvidados, los saberes soterrados, y las coloniales políticas. Es un compromiso de alto nivel cogitativo de amor por la tierra-patria (Rodríguez, 2022b: 10).

Desde luego, la transfilosofía sentipensante lleva consigo una etnofilosofía como fundamento de las etnociencias (Balladares-Burgos, 2018), etno que hace honor a las etnias, como grupos originarios de la historia, se trata de la concientización de que “la recuperación de saberes y prácticas ancestrales cuestiona el ejercicio de la ciencia en sí que responden a lógicas unívocas, racionales, comprobatorias y evidenciables” (Balladares-Burgos, 2018: 1). Esta subversión debe venir de los portadores de los saberes ancestrales, pero también de los ciudadanos planetarios que los defendemos, y que sabemos de su grandeza.

Podemos seguir investigando en las mencionadas líneas de investigación estando conscientes que “este nuevo punto de partida para el saber y el pensamiento humano a través de una Etnofilosofía plantea las bases filosóficas y epistemológicas que sustenten la investigación en las etnociencias” (Balladares-Burgos, 2018: 1). Donde la no separación de los conocimientos-saberes debe lograr la incorporación de los saberes ancestrales en la educación (Suárez, 2019). Si la educación como proceso de poder que debe mostrar su autoridad en materia de salvaguarda y formación en los saberes ancestrales.

Es que, la ancestralidad y tradiciones de los pueblos, “están completamente ligados a sus territorios, por lo que la buena gestión de sus saberes implica la buena gestión y protección de sus territorios” (Crespo y Vila: 2014: 41). Por ello, una medida de salvaguarda de los saberes ancestrales es la resistencia a la destrucción de los territorios, a la explotación de los recursos; en ellos hay un eje incontaminado de subversión hacia la vida en un buen vivir.

Los saberes ancestrales y su salvaguarda como subversión, como modos de resistencia, por ejemplo el patrimonio biocultural y resilencia en los pueblos indígenas del Chaco de Argentina (Guarino y Pirondo, 2019); es ir de los saberes ancestrales a la vida misma entretejiendo el amor por la creación, por nuestra cultura y valores intrincáis en nuestras civilizaciones es de una profunda sabiduría ecosófica de la recivilización de la vida; tejiendo saberes ambientales, lo ancestral, territorio y convivencia (Gavarito y Chaparro, 2017).

Los saberes para superar el irrespeto a la vida y recivilizar la condición humana, así por ejemplo la relación entre conocimientos, saberes y valores nos muestra un afán por legitimar los saberes más allá de las ciencias (Zuluaga-Duque, 2017). Si y esa realidad debemos hacerla rema en nuestras vidas, con alto razonamiento profundo, sabio, que sea puente unitivo del conocer, en el que por ejemplo, entre tantos a salvaguardar, los mestizos pueden ser resinificados desde los saberes ancestrales, así los rostros mestizos son una propuesta comunicacional para el estudio de itinerarios terapéuticos ancestrales en Latinoamérica (Canavire, 2018).

La concepción compleja de saberes ancestrales, no como mero hecho del pasado sino como vivificación de la relación entre las culturas, la interculturalidad sin preeminencias, es salvaguardar el que por ejemplo, los saberes ancestrales permiten un encuentro desde la interculturalidad crítica en el Mercado Agroecológico del Quindío (Vélez y Morales, 2020). Ello es posible de redefinir en nuestras comunidades, donde sus sitios sean culturales, informativos y educativos, portadores se los saberes ancestrales. Ejemplos de cómo hacer turismo cultural con el resto del planeta. Debemos elevar nuestro esfuerzo a ello, donde se porte la intencionalidad salvaguardadora en la búsqueda de políticas educativas y sociales en general, de excelencias y no paños de agua tibia, en la fiebre de la desmitificación de dichos saberes; en una muestra de profunda ignorancia de muchos seres humanos.

Turismo cultural, como por ejemplo, los saberes ancestrales gastronómicos y turismo cultural de la ciudad de Riobamba, provincia de Chimborazo (Villalba y Inga, 2021). Desde nuestra gastronomía podemos revertir el grave problema de la escasez de los alimentos innovando desde los saberes ancestrales y los productos de la agricultura que se renuevan cada día para llegar a las nuevas generaciones, a educarlos en la transcendencia de tales saberes sumamente valiosos. Los niños y niñas, la familia en general no debe permanecer de espalda a tales ejercicios; así el turismo cultural puede ser ejercido desde las mimas gestiones familiares.

Los saberes ancestrales nos hacen atravesar transversalmente el planeta y reconocernos como congéneres de la tierra, con un mismo lenguaje de humanidad. Por ejemplo con África, Latinoamérica, India, China y Japón podemos ir a una pluralidad de conocimientos y diálogo epistemológico intercultural para el fortalecimiento de los saberes ancestrales (Hernández, 2021). El muntú como filosofía africana como una epistemología de la vida; la India, China, Japón y Oriente como Filosofías y epistemologías milenarias con arraigo cosmogónico asiático; Filosofías y epistemologías otras desde África y Asia Hernández, 2021). Es urgente darnos cuenta que tenemos todo para dar ejemplo de ciudadanía con la conjunción de los saberes ancestrales, sin perder su originalidad y pluralidad, en medio de reconocer que “esta pluralidad de conocimientos y de epistemologías, reclama que fluya el diálogo de saberes y epistemologías como expresión de articulación, tolerancia y ejercicio de las diferencias que caracterizan la colectividad humana en las distintas esferas” (Hernández, 2021, p.76).

Por ello, la educación urge en la interculturalidad, en la diversidad cultural de nuestra inmensa Tierra que nos pide como ciudadanos “la tolerancia, aceptación y reconocimiento de aquellos saberes y conocimientos aferrados a la convivencia y las relaciones armoniosas con la naturaleza, constituyen una alternativa al conjunto de situaciones que afectan la existencia de la humanidad y ponen en peligro la vida” (Hernández, 2021: 76).

Por último, pero de primero en grado de importancia, se ha ignorado que ecosóficamente muchos saberes ancestrales nos curan, que la naturaleza creación de Dios tiene todo lo necesario que habíamos de necesitar; Dios omnisciente, omnipresente y omnipotente así lo destino y nuestros ancestros supieron y saben cómo aprovechar esos saberes que tanto la ciencia desmitifico; u oculto, por ejemplo: la hoja de coca peruana, la medicina milenaria de los Incas (Bernaola y Millones, 2022); citotoxicidad y genotoxicidad de plantas dispensadas en las Farmacias de Medicina Complementaria en Perú (Contreras, Rodríguez y Rodríguez, 2022); sistemas tradicionales orientales en la búsqueda de la longevidad y de la eterna juventud (Verdú Vicente, 2022). Con ello damos ahora espacio a seguir entramando desde los momentos propositivos, desprendido de los autores, haciendo rema en procesos metacognitivos profundos.

Rizoma propositivo. Los saberes ancestrales decolonizados en el planeta como promotores de la recivilización

Vamos a clarificar como la conjunción saberes ancestrales y saberes históricos se conjunciona en las civilizaciones y nos educan respecto a su salvaguarda y transcendencia. Por ejemplo, los saberes ancestrales mayas, como por ejemplo los referidos a la matemática, los inventores del número cero (0), de poseer escala en base 20 de sus números en renglones con números muy grandes se debe en general a que esa civilización milenaria era cultivadora de cacao y las ventas eran con números de altas cifras, además que ellos se debía a la tierra, al maíz, en ello la representación del número cero se realizaba con figuras de animales, de plantas; entre otras. Más, los saberes matemáticos egipcios nos conducen a las fracciones muy pequeñas, pues ellos dividían muchísimo en su comercio, representaban cantidades de manera muy original, las tallaban en papiros, estos construidos con tintas de la planta de ese nombre. Además los egipcios tienen grandes aportes a la aritmética. Este ejemplo hace un ejemplo en la convergencia: saberes ancestrales-saberes históricos de las civilizaciones.

En nuestro amado Sur también renacen y se defienden los saberes de los Aimaras, Ye'kwana, Guaicamacuto; entre tantos aborígenes que han perdido lenguas, territorios, vidas, cultivos; y que en plena invasión en 1492 los Wayuu que habitan entre la Guajira Venezuela-Colombia han sido aguerridos luchadores enfrentados a Europeos por sus territorios; pese a desterritorialización de sistemas ancestrales, en ello un injusto trato que los lleva a emigrar actualmente, a la práctica de otros oficios que los alejan cada vez más de sus saberes ancestrales. Los Wayuu viven unidos en la quimera y la realidad, las comunidades wayuu han conservado rasgos de sus ancestrales; pero no de manera fidedigna. Los Wayuu, sus comunidades e historia son muy compleja y no puede ser estudiada reduccionistamente.

De otro lado, los saberes ancestrales nos ayudan a desmitifica las ciencias del paradigma que se creyó rey, el reduccionista. La discusión de la validez de los saberes ancestrales es una idiotización del conocer; en tanto son saberes de la vida, que se prueban en el fulgor de la naturaleza del hacer, se tratan de ecosofías profundamente sabias impregnadas de la creación de Dios: la naturaleza que somos todos; los mal llamados conocimientos científicos tienen validez en un intervalo cerrado de condiciones iniciales que jamás serán universales.

En ello, mucho que aprender de la validez de la vida, de la transcendencia de ella desde los saberes de nuestros ancestros en comunión con la naturaleza. Esta y la vida eran la misma unión indefectible: Dios-ser humano. Que en ánimos de soslayación y el uso de Dios para dominar y pisotear ha llevado a la desmitificación de los saberes ancestrales de la misma manera que se ha hecho con Dios. Los saberes ancestrales en su vivificación nos hacen volver a la comunión con nuestro creador y al misticismo de la creación en un profundo respeto por nuestra complejidad; vida-humanidad-Tierra como tríada indisoluble.

El somos naturaleza regresa en las mesetas del conocer que conforman los rizomas de la investigación, nos regresan a ser complejos en una unidad indisoluble con la naturaleza; primera esencia creada para nuestra vida, dadoras de ella en la creación de Dios. Volvernos a este respeto, es salvaguardar nuestros ancestros desde su comunión sabia con la tierra. Esa recivilización de nuestra inhumanidad es necesaria; en tanto la ceguera a la que asistimos en creaciones insólitas que nos desconectan de nuestra esencia, no solos circuitos, somos verde de la clorofila, no somos gases, somos oxigeno de las plantas; no solos pantallas somos mar y sol de esa naturaleza vida de nuestra humanidad.

La insurgencia de nuestros aborígenes, de los ancestros nos recuerdan y llevan a su gallardía en defensa de sus territorios; ello no debe ahora desviarse en los aborígenes queriéndolos llevar a otros territorios en donde ellos se sienten enejados; todo con la intención de las politiquerías del momento de que ellos pierda su pertenencia para sea más fácil explotarle sus riso, sus sembrados de alimentos y dejarnos a la intemperie de nuestros orígenes. Por el contrario, debemos luchar en la pertenencia de lo que somos, en ello va el respeto por lo que nuestro congénere es; que no es el otro, pues es habitante de la misma casa, de la misma madre: la Tierra. No olvidemos que la falta de arraigo es un blanco muy certero de invasión, de soslayación.

Ante la crueldad del mundo la reminiscencia de los saberes ancestrales y su salvaguarda como subversión, como modos de resistencia es excepcional, nos lleva a la naturaleza a los modos sanos de vivir, de cuidarnos unos a otros; en momentos donde la Tierra clama, donde llora sus destrozos, donde nos responde y nos da de la ignominia que le hemos dado, donde la hemos tronchazo; y con ello nos hemos llevado a nosotros mismos en la vida, un una incivilización que dice mucho de nuestra inhumanidad.

De otro lado, la relación dignidad humana, maneras de buen vivir y turismo cultural tienen grandes aportes con los saberes ancestrales, en tanto la complejidad que lo componen y la participación de toda la familia, que haga de una educación patrimonial de primera en la que la transcendencia sea la meta, el cambio en lo que significa el turismo cultural el cuidado de la tierra la salvaguarda de nuestra tierra. Debemos explorar políticas educativas en tal sentido; y promover con fines educativos los saberes ancestrales desde la investigación acción participativa compleja.

Una transfilosofía sentipensante de los saberes ancestrales como la etnofilosofía se compone en una filosofía original, que posee la diversidad de saberes ancestrales y actuales; cimentando en las etnociencias, que buscan recuperar aquellas prácticas ancestrales y originarias de nuestros pueblos. Esa recuperación debe llevar consigo la salvaguarda y la promoción a escala planetaria; es una una manera de hacer el conocer de nuestros saberes ancestrales como modo de vida en el planeta.

La transcendencia transversal que atraviesa a la Tierra-patria con los saberes ancestrales es motivo, garantía de abrazo, del reconocimiento de nuestra condición humana, que nos dignifique en una recivilización digna de ser construida desde un aprendizaje colaborativo para aprender a vivir dignamente. Los saberes ancestrales nos alimentan de ecosofía y diatopia, al mismo tiempo del respeto a la profunda diversidad de los saberes ancestrales en los que todos podemos aportar a la dignidad humana.

El des-ligaje de las taras que hacen mella en los saberes ancestrales es urgente, para ello re-ligarlos a esencias complejas que subviertan la realidad a la que asistimos en la incivilización que dice mucho de nuestra inhumanidad en la Tierra como patria. De allí, la construcción del ciudadano planetario está íntimamente ligado a los saberes ancestrales y desmitificar esas taras que se disfrazan en las mal implementadas decolonialidades en muchos países, como Venezuela, donde la colonialidad está la orden del día, en la que el legado de nuestros libertadores es usada para justificar las injustas políticas económicas, sociales, educativas entre otras que nos llevan a la ruina y a la explotación de los recursos de nuestros aborígenes. Un proyecto de la ignominia. La regalía de nuestros recursos, la destrucción de nuestras universidades; entre tantas injusticias.

Una subversión digna de retomar con los saberes ancestrales es volver a nuestro ser naturaleza que nos cura y que nos alimenta, los saberes ancestrales en tiempos de pandemia han aportado mucho a nuestra vida; volquemos nuestro interés en des-ligarnos de nuestras falsas concepciones que cuando hablamos de ancestros hablamos de un pasado en el que ya nadie tiene nada que ver; es el presente también que nos redarguye a reconstruirnos como humanos e ir a la verdadera política de existencia, la política de la humanidad.

Rizoma propositivo conclusivo. Seguimos en las líneas de investigación, el camino se hace al andar

Hemos cumplido con el objetivo de analizar los saberes ancestrales concebidos con taras en una sátira decolonial planetaria, proponiendo re-ligajes en mesetas ecosóficas-diatópicas inclusivas; indagación ubicada en las líneas de investigación: educación-transepistemologías transcomplejas; Educación Patrimonial Transcompleja; transepistemologías de los conocimientos-saberes y transmetodologías transcomplejas y decolonialidad planetaria-complejidad en re-ligaje. Nos sabemos en re-ligaje constante, en aprehensión y salvaguarda constante develando nuestros saberes ancestrales; respetuosos de ellos, de la Tierra como patria.

Las taras que aun pululan en las concepciones decoloniales planetarias deben ser des-ligadas, en los saberes ancestrales conyugan en vez de salvaguardarlos a su extinción. Debemos reconocer que ancestral no es sólo pasado, sino un presente que salvaguardándolo adecuadamente en su sabiduría podemos ir a una recivilización tan urgente de la inhumanidad del ser humano. Reconocemos los esfuerzos realizados en las comunidades por conservar los saberes ancestrales; pero aún son concebidos como de segunda, no científicos, anticuados y de menor valor que los mal llamados conocimientos científicos.

La transfilosofía sentipensante en los saberes ancestrales puede ecosóficamente conformar transepistemes de los saberes ancestrales que dignifiquen su valor y con ellos en la dignidad humana comprendamos que naturaleza, saberes ancestrales y la salvación de la tierra como patria son categorías directamente proporcionales a las inmensas necesidades de volcarnos a nuestra concepción compleja: naturaleza-cuerpo-mente-alama-espíritu-Dios.

Debemos vibrar con nuestros ancestros y conseguir en ellos el valor de la vida, el valor de nuestra madre Tierra de esa Pacha Mama que nos convoca a ser humanos en solidaridad, amor y comunión con nuestra complejidad; para ello saberes – conocimientos no se desunen en la ancestralidad de la Tierra y nos invitan a lo místico, a la comunión y humildad con nuestro creador Dios amado que nos incita a la vida, si a la grandeza de creación en la que tuvimos el privilegio de ser creados

En lo que devine dedico un poema a los aguerridos wayuu a su amor por la naturaleza y el gran valor de sus saberes ancestrales, volvamos a la tierra, volvamos a la vida: los niños wayuu, transcendencia de ancestros es el título:

Los niños wayuu se queman con fogones.

Los niños wayuu no comen lo que quisieran comerse y cuando quisieran.

Los niños wayuu buscan el agua descendiendo en pozos en cuyas profundidades hay agua verdosa y un sapo viejo.

Los niños wayuu cargan a sus hermanos menores.

Los niños wayuu los registran cada cuanto hay brigadas, por eso nacen muchas veces.

Los niños wayuu van a la escuela por la galletita y el guineo maduro que dan en la jornada única escolar.

Los niños wayuu son buenos haciendo oficios en las casas de los alijuna.

Los niños wayuu casi nunca lloran, por eso nunca se sabe cuándo tienen hambre.

Los niños wayuu no saben que mis personajes siempre serán niños.

Los niños wayuu no saben que ellos son causas sociales en las ciudades grises y frías.

Los niños wayuu no saben que son estándares en estadísticas de analfabetismo.

Los niños wayuu no saben que son imágenes en campañas de seguridad alimentaria.

Los niños wayuu no saben que fueron y son tendencia.

Los niños wayuu no saben que son niños fantasmas que reciben la alimentación adecuada.

Los niños wayuu ya no nacen los 31 de diciembre.

Los niños wayuu ahora escriben con las palabras que aprendieron en su breve paso por la educación contratada: “Mi hermano nació oi 7 de setiembre, llovía y se yamara Rapayet”.

Los niños wayuu no quieren que sus hermanas se vayan con ese señor tan viejo que se parece al sapo de la cacimba.

Las niñas tampoco quieren irse.

Los niños wayuu no saben que hay organizaciones peleando por sus derechos.

Los niños wayuu no saben de Cortes Interamericanas de derechos humanos.

Los niños wayuu no saben de derechos humanos.

Los niños wayuu no saben dar gracias.

Los niños wayuu no saben que ellos son “Nuestros niños wayuu” porque nunca se han sentido propiedad de nadie.

Los niños wayuu no saben que aparecen en fotografías y los ven en Madagascar, Singapur y en las frías montañas de Alberta mientras un abuelo blanco hace de caballo y pasea a su nieto wayuu.

Los niños wayuu no saben que otros niños Wayuu, han nacido en muchas partes.

Los niños wayuu no saben que el agua es un derecho fundamental.

Los niños wayuu no saben porque los políticos en Ayotzinapa llevan mercado a sus familias en campaña.

Los niños wayuu no saben que es una campaña.

Los niños wayuu no saben que les compran la conciencia a sus padres con frijol, maíz y panela.

Los niños wayuu no saben que la gasolina explota.

Los niños wayuu no saben que el tren genera progreso.

Los niños wayuu no conocen el progreso, aunque les pase cerca y devore sus ovejas.

Los niños wayuu no saben que un judío murió injustamente porque Poncio Pilato se lavó las manos.

Los niños wayuu no se lavan las manos.

Los niños wayuu no saben que ese judío era el cordero de Dios que quita los pecados del mundo.

Los niños wayuu no saben que a ese judío le pusieron cordero para disimular que perdieron el juicio contra Barrabás.

Los niños wayuu no saben que Barrabás sólo fue una excusa para crucificar a otro.

Los niños wayuu no saben que generan honorarios y que los están cobrando.

Hay muchas cosas que los niños wayuu ignoran.

Por eso sonríen (Simanca Pushaina, 2018: 1).

Dedicatoria

A Dios dedico todo lo que hago en el nombre de Jesucristo mi Salvador y Señor. Al proveedor de la sabiduría en medio de toda crisis; a Él, mi todo, le digo: gracias por tu inmenso amor. Como hablamos de justicia, ecosofía espiritual, la palabra de Dios que alumbra reconocemos y recibimos su mandato: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia” (2 Timoteo 3:16). Así, “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” (Colosenses 3:14), “porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia” (Proverbios 2:6).

Notas

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